Se dice que en algunas operaciones matemáticas el orden de los factores no altera el resultado, y en muchas ocasiones solemos pensar que eso puede aplicar para muchas otras cosas en nuestra vida incluyendo los aspectos de la fe, pero sabe, Dios definitivamente es alguien que siempre suma y siempre multiplica, pero en ningún momento ha estado dispuesto a que se cambie el orden de las cosas y que no se le tome en cuenta a Él primero, si la gloria no es suya, entonces las cosas simplemente no sucederán, por más que se lo pidamos y no importa cuanto imploremos que nos ayude.

Esto se lo comento, porque en muchas ocasiones nuestras oraciones parecieran tener más un toque de interés que el hecho de tener intimidad con Dios de quien dicho de paso obtenemos aquello que queremos y necesitamos, pero como lo dice la misma escritura como añadidura (Mateo 6:33) por tener el enfoque adecuado.

Incluso somos capaces de comprometer nuestras acciones y nuestras obras a cambio de obtener lo que pedimos en oración y estamos dispuestos a hacer sacrificios, mandas ó simplemente a hacer “buenas obras” a otros como pago por aquello que es el objeto de nuestro encuentro con Dios.

Pero qué es lo que espera Dios?, cómo funcionan las cosas en el Reino de los Cielos?, la Biblia comienza en un relato donde Dios hace cosas y nota que cada una de ellas son buenas, no las hizo con la intención de agradar a nadie, sino las hizo con la intención de reflejar su esencia y que todo lo que hacía le diera gloria y después hizo al hombre a quien hizo a su imagen y con la capacidad de expresar su naturaleza (semejanza), de modo que nos dejó una palabra la cual nos instruye a hacer las obras que Él necesita que hagamos como embajadores de su Reino, las cuales son buenas, no porque nos beneficien a nosotros, sino porque reflejan su naturaleza y obvio y por consecuencia lo que nosotros necesitemos vendrá como la misma palabra lo promete, por consecuencia.

Es decir, la Biblia nos enseña el orden de las cosas y nos ayuda a quitar el enfoque de nosotros, para verdaderamente darle el primer lugar a Dios en nuestra vida, al conocer la palabra y al perseverar en ella, haremos cosas que probablemente no entenderemos de inicio, pero alinearán las cosas para que nuestra vida no solo sea buena, sino plena, basta y llena de los beneficios descritos en la Biblia.

Las buenas obras dejarán de ser buenas porque agradan a los demás ó les benefician, sino que serán buenas porque tienen el toque de Dios quien es la expresión de la bondad.

Como haremos entonces buenas obras si no fuimos previamente capacitados por la palabra de Dios para hacerlas?, ciertamente existen muchas tendencias humanistas y que tratan de organizar un bien común, pero no notan que todas estas tendencias tienen efectos efímeros, cuando las buenas obras de las cuales nos habla la Biblia y en específico la cita de hoy, tienen un efecto eterno, permanente y que transforma el entendimiento de quienes se benefician de ellas y sobre todo de quien las lleva a cabo.

Por tanto y para cerrar esta serie de mensajes, le invito, le reto a que tome la palabra de Dios a que se atreva a leerla, cómo? empiece en la página 1 y no se detenga hasta llegar al final, ore previamente a leerla, pida a Dios que le dé revelación acerca de cada cosa que lea y no se detenga si es que no entiende algo, tome nota, pida consejo ó bien, deje que la palabra misma cuando vaya avanzando se lo aclare, no existe tal cosa como una Biblia difícil de leer, eso haría que las buenas obras que la misma nos inspira, también fueran difíciles de llevar a cabo, pero en realidad, la Biblia solo nos recuerda nuestra imagen y semejanza de Dios de modo que todo lo que en ella está escrito nos es natural y prácticamente lógico que lo hagamos de la manera más simple y sencilla que hay.

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