Esto de humillarse y ser humilde es un término que a muchos no les queda claro, pues por lo general las personas tienen su propio concepto de qué se trata, pero pocos se han puesto a observar este término desde la perspectiva de Dios.

Humillarse y se humilde no tiene que ver con hacerse menos, por el contrario, tiene que ver con el saberse bajo autoridad y por tal obedecer y con ello ser respaldado por aquel al que se toma por autoridad y se obedece, de modo que aquel ante el que nos humillamos y del cual nos sabemos cubiertos, nos exaltará porque así lo prometió.

El humillarnos nos hace acreedores a un nombre, pues dejamos nuestro propio nombre y dejamos nuestra propia identidad de lado por sabernos bajo la autoridad de aquel al que nos humillamos, así como hizo Yeshúa (Jesús) quien siendo Dios, no dudó en hacerse obediente al extremo de dar su vida, sabiendo que su autoridad (Dios Padre) le respaldaría y se exaltaría en Él y es por eso que una vida de tan solo 3 años y seguido por tan sólo por 12 discípulos ha transformado vidas a lo largo de miles de años y lo seguirá haciendo por la eternidad.

Muchas personas luchan contra el ser humilladas por otros pero a su vez anhelan ser reconocidas por otros como humildes, confundiendo el término de humillación con menosprecio y el de humildad con modestia, pero en realidad ambos términos significan lo mismo y tienen el mismo sentido, el saberse gobernados, cubiertos y avalados por aquel Dios al que dicen amar.

Yeshúa (Jesús) vino a esta tierra a humillarse, despojándose de su identidad celestial y vivía de manera humilde, porque siempre se supo Hijo de Dios y siempre se supo bajo autoridad, de modo que su vida era próspera, fue tratado como un delincuente por aquellos que se sentían ofendidos por no entender su manera de vivir y su manera de expresarse, hubo quienes lo tacharon de arrogante y de soberbio por llamarse a sí mismo hijo de Dios, pero el sabía el final de la historia, su oración se enfocaba en escuchar lo que el Padre tenía que decir de Él y lo que sabía acerca de las cosas efímeras y las cosas eternas, por lo que su pensamiento y sus acciones iban encaminadas a las eternas y dejaba pasar de largo las efímeras.

Sólo de esa manera podremos pasar por las cosas que Yeshúa (Jesús) pasó, poniendo los ojos en lo eterno y quitándolos de lo actual de lo pasajero y de lo que nos acontece, solo viendo lo eterno podremos caminar sin detenernos y con paso firme y constante,  y es por eso que decidí usar la cita de hoy, pues habla de lo más pesado que le pasó a Yeshúa (Jesús), sin embargo, todos le conocen y todos hablan de Él como el Salvador del mundo y no quien murió como un criminal.

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