Existe un mito allá afuera que habla de un Dios castigador que se ensaña con los que pecan, que se enoja con los que hacen mal, pero sabe, ese es un mito, Dios antes que otra cosa es un caballero y jamás se meterá con aquellos que nunca lo han invitado a su vida y que nunca han nacido de nuevo, lo sabía?

Tan solo es necesario darse una vuelta por la Biblia, para darse cuenta como son las cosas en el Reino de los Cielos, ciertamente aquellos que han decidido entregar su vida al Señor, aquellos que han decidido dejar se ser solo seres humanos, para convertirse en Hijos de Dios por medio del nacer de nuevo, tienen el privilegio de la disciplina y el castigo de Dios, pues son aquellos que vivirán una vida gloriosa cuando hayan adoptado la santidad (el tomar a Dios en cuenta como primero en todo).

Ahora bien, por qué la disciplina?, por qué el castigo?, es sencillo, aquel que se hace Hijo de Dios se hace corresponsable no solo de vivir y disfrutar los beneficios del Reino, sino de extenderlo y para ello hay que entrar constantemente a la presencia de Dios y esta no tolera ningún tipo de suciedad ni contaminación, ninguno que vaya con pecado en su persona entrará a la santidad de Dios pues eso le fulminaría, por tanto la disciplina y el castigo son advertencias constantes para recordarles su identidad y su responsabilidad.

También la disciplina y el castigo son un recordatorio de nuestra incapacidad de lograrlo por nosotros mismos, no podemos ser buenos por nuestra propia cuenta y no podemos dejar de pecar, por ello tenemos la necesidad de la sangre de Yeshúa (Jesús) y nos hacemos dependientes de su efecto constante en nuestra vida.

Es decir la disciplina nos habla de crear una costumbre donde siempre antes de hacer algo en el nombre del Padre, vayamos primero a la presencia de Yeshúa (Jesús) quien nos lava, purifica y regresa a nuestra identidad a su imagen y semejanza, para que podamos entrar libremente a la presencia de Padre y recibir instrucción y ser enpoderados por el Espíritu Santo.

Por su parte el castigo es para que dejemos de hacer las cosas a nuestro modo y estilo y las hagamos al estilo y modo de Dios, es decir, para que dejemos de equivocarnos y cometamos cada error en una sola ocasión y nunca volvamos a cometer un pecado en 2 ocasiones y de esa manera pequemos cada vez menos, pues nos hacemos sabios a causa del conocimiento de quien es Dios.

Lo nota?, Dios no tiene castigos para quien no conoce y para quien no se ha comprometido a una vida de servicio y santidad, hay citas bíblicas como Deuteronomio 28 que explica muy bien cuales son las consecuencias para la gente que vive “a su manera” y decide no hacer las cosas “como Dios manda”, pero nada de lo que les sucede tiene que ver con la ira de Dios, sino con su incapacidad de producir de acuerdo al Reino viviente de Dios, viven muerte constante hasta que se consumen.

Sería muy interesante que se diera una vueltecita por Deuteronomio 28 y buscara si una ó varias situaciones de su vida se encuentran descritas ahí y se dará cuenta que la disciplina y el castigo de Dios son preferibles a estas cosas, y querrá saber como hacer para nacer de nuevo tan pronto como pueda.

Por tanto, déjese de cosas y no se ande quejando, Dios no castiga, Dios no tiene capacidad de enojarse, Dios edifica pueblos y quiere edificar uno en usted, pero lo disciplinará, es decir siempre le dará un motivo, una razón y una explicación de cada trato y le castigará para evitarle la muerte espiritual y renovarle constantemente, solo así asegurará que el Reino de los Cielos le sea abierto desde esta vida, como ve?

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