Muchas personas entienden por fidelidad el hecho de no traicionar a otro, o bien el permanecer a su lado, la fidelidad es un término que conocemos en las relaciones de pareja, pues desafortunadamente nuestros oídos están llenos del opuesto de éste término (infidelidad) pues vivimos en una cultura de personas que no tienen la capacidad de comprometerse y ven como algo normal el “fallarle” a los demás.

Ciertamente el ser fiel tiene que ver con el permanecer, pero no es algo que suceda solo como algo voluntario, sino es algo que sucede como consecuencia de la presencia del Espíritu Santo en nosotros, ya que su efecto en nosotros es el transformar nuestras vidas por tanto la fidelidad es una consecuencia de una nueva naturaleza y no solo el aguantarse las ganas de fallar y hacer lo que la carne nos indica.

Piénselo de esta manera, cuando uno se casa, deja de ser soltero, y pasa a ser casado, es decir, obtiene una nueva naturaleza, con nuevos retos, con nuevas responsabilidades, pero también con nuevas capacidades, pues ya no solo es uno quien hace las cosas, sino son 2 que viven de acuerdo a un plan, una meta y una visión, por tanto todas sus capacidades son multiplicadas en uno más quien se ha unido a nosotros.

De la misma manera sucede desde cuando decidimos nacer de nuevo y hacer de Yeshúa (Jesús) nuestro Señor y nuestro Salvador, dejamos de ser como éramos, ya que somos restaurados a nuestra identidad original a la imagen y con la capacidad de expresar la naturaleza de Dios (semejanza), de modo que dejamos de hacer las cosas solos, de manera que dejamos de batallar con las cosas de antes a causa de nuestra nueva naturaleza y nuestra nueva identidad.

Por tanto podemos ver que la infidelidad al igual que en la relación de pareja no tiene que ver con el fallar ó con el traicionar nuestro pacto, sino con el hecho de rechazar nuestra nueva naturaleza, y el decidir seguir haciendo las cosas de manera independiente y aislada, le fuimos infieles a nuestra naturaleza y hemos procedido como siempre lo habíamos hecho.

Es por eso que la Palabra de Dios nos habla tantas veces acerca de las relaciones de pareja, por eso promete que 2 son mejores que uno, que dos obtienen mejor paga por su trabajo y que uno levantará al otro si uno cae, siempre y cuando sea fiel a su naturaleza, es decir cuando deje de hacer las cosas solo y lo haga en pareja, por eso es que Dios nos da como uno de sus frutos la capacidad de hacer las cosas en conjunto con Él y ser fieles a quienes somos a partir de haber tomado la mejor de las decisiones de nuestras vidas.

El hombre en su carne por naturaleza es independiente, pero en su espíritu por naturaleza es dependiente de aquel que le da identidad, sus fuerzas están en su dependencia de Dios y sus talentos se desatan por medio de la santidad (santidad no es no pecar, sino vivir con la consciencia de Cristo en nosotros como prioridad).

Ser fieles es el anteponer la Palabra de Dios a lo que sentimos y a lo que pensamos de modo que en la Palabra encontremos siempre la manera correcta y las fuerzas necesarias para hacer las cosas de acuerdo al Reino de Dios y que nos garanticen éxito constante en nuestra vida y podamos dar gloria a Dios de todos las cosas abundantes que vivamos.

Que alegría saber que no podemos ser fieles por nosotros mismos, pues viviríamos una vida donde nos tendríamos que aguantar todo aquello que queremos y se nos antoja, pero somos fieles pues Dios siembra la capacidad de tomar decisiones sabias y congruentes por medio de su Espíritu en nosotros.

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