Muchas veces en nuestra vida de fe, nos solemos preguntar si lo que hacemos es agradable a Dios y luego solemos medir nuestra relación con Dios ó el status de la misma por medio de la tranquilidad que hay en nuestra vida, las cosas que recibimos ó bien la respuesta a nuestras peticiones, las cuales llamamos oraciones, siendo que Dios nos habla de cosas muy contrarias en la Biblia, justamente en estos días he hablado con muchas personas recordándoles aquella promesa de Yeshúa (Jesús) quien nos asegura que la respuesta a nuestra adecuada vida espiritual es la persecución, los problemas y los retos, pues es lo que nos pone en calidad de vencedores y representantes del Reino de los Cielos.
Pero Dios no nos pone en situaciones que parecieran difíciles porque quiere que batallemos, sino para que no sepamos que hacer y en medio de esa situación, demos frutos, es decir, en medio del no saber que hacer, afloren las cosas que nosotros no tenemos y no sabemos y demos frutos, es por eso que nos describe en su palabra que hay frutos que no vienen de otro que del Espíritu y le voy a explicar un poco acerca del Espíritu.
Cuando Dios creó al hombre, lo creó a su imagen y semejanza, es decir lo creo tripartita, esto es cuerpo, alma y espíritu, siendo el cuerpo nuestra consistencia física, nuestra alma la que contiene nuestros pensamientos y nuestros sentimientos y por último nuestro espíritu, quien nos da la capacidad de escuchar a Dios y expresar su poder.
Cuando Adán y Eva pecaron en el Edén, murieron, tal como Dios lo prometió, murieron en espíritu, por tanto perdieron la capacidad de escuchar a Dios, fue por eso que cuando se vieron desnudos se cubrieron y se escondieron al escuchar que Dios venía, antes de eso vivían en la constante presencia de Dios pues todo el tiempo estaban conectados con Él pues su espíritu estaba todo el tiempo atento a Dios.
Cuando Yeshúa (Jesús) vino a esta tierra, vino a darnos vida y vida en abundancia, eso es lo que promete la palabra, pero la vida que vino a darnos fue la espiritual, la que escucha a Dios y la que expresa su poder, por tanto dejó claro que todo el que naciera de nuevo, tendría un espíritu que escuche a Dios y que exprese las cosas asombrosas que sólo Dios puede poner en nosotros.
Cuando tenemos un espíritu es cuando dejamos de ser tolerantes y aguantamos situaciones y nos convertimos en pacientes y empezamos a esperar que las cosas que sabemos de parte de Dios sucedan, cuando tenemos un espíritu dejamos de querer a las personas por lo que hacen por nosotros y empezamos a amar a las personas porque adquirimos la capacidad de ver sus corazones y decidimos a favor de ellas.
Los frutos espirituales no es algo que sepamos como producir, pero el Espíritu de Dios nos da la capacidad de entender su efecto en las personas que los comen y los reciben, de manera que nuestra intención cambia y nuestro propósito deja de ser el ser bendecidos, sino el tener un efecto en los demás, pues entendemos el abono espiritual que estamos haciendo en nuestras cuentas bancarias de las cuales nunca faltará algo para dar.
Por tanto, pregúntese a usted mismo, está listo para subir al nivel de hijo de Dios?, está listo para dejar de pedir para comenzar a dar?, está listo para salir de lo conocido, para entrar en la dimensión de lo siempre nuevo de parte de Dios, entonces su oración debe de cambiar y su atención debe de enfocarse en estos frutos que Dios le da la capacidad de dar una vez que decidió firmemente el nacer de nuevo y expresar ese Reino del que tantos hablan.