Tener fe es uno de los actos más simples y más sencillos que existen, pero a la vez es uno de esos actos que nos complicamos y nos confundimos al ejecutar, ya que cada persona tiene la sala creencia de que puede hacerlo a su modo siendo que no es así, ya que no es algo que podamos hacer en lo particular, sino es algo que hacemos para expresar nuestra identidad a la imagen y semejanza de Dios, y no podemos ser cada uno a nuestro modo y tener la identidad de Dios o si?

Y con esto no le quiero decir que todos nos tenemos que comportar de la misma manera y de hacer lo mismo como si fuésemos empleados de una linea de ensamblaje, no, para nada, pero si tenemos que actuar todos con la misma intención ó bien con el mismo propósito que es el de establecer el Reino de Dios sobre la tierra, y esto a su vez es importante de entender, porque no se trata de que todos vayan a la iglesia y lleguen a ser “buenos”, sino de que todas las personas lleguen a manifestar el poder del Espíritu Santo y vivan el Reino de Dios mientras aún viven en esta tierra.

Y esto tiene que ver con la actitud que tomamos al momento que expresamos nuestra fe, y se lo voy a explicar:

Nunca ha notado lo que dicen muchas personas cuando cometen un error ó se equivocan?, con la idea de justificarse y de que no les sea demandado el hacer las cosas bien suelen decir “soy solo humano”, alegando con esto el ser imperfectos y teniendo en ello una coartada para poder equivocarse, siendo que tal vez no le puso el empeño necesario o no hizo las cosas con la atención debida, pero piense esto, si Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza y luego el hombre se escuda de solo ser humano, no contradice esto a lo que Dios hizo?, quiere decir que Dios hizo al hombre imperfecto, como Dios es imperfecto?, obviamente no, el asunto radica en que cada persona tiene su propia idea y criterio de quien es Dios y de quien es ella.

Con esto no pretendo que todo mundo actúe como si fuera perfecto, pero si perfectible, porque eso es lo que Dios nos promete en su palabra, eso quiere decir que no solo seremos cada día mejores, sino que llegaremos a la estatura perfecta de Yeshúa (Jesús), ahora solo nos falta vivir con eso en mente y ese propósito bien claro, no lo cree?

Es ahí donde la palabra de hoy nos hace sentido y tomamos responsabilidad en ello, porque normalmente, las personas suelen orar y tener fe como si el Reino de los Cielos les fuera ajeno, de modo, las personas “almaticas” (por poner un tŕmino) piden cosas a un Dios espiritual que haga cosas por ellos, pero la Biblia dice lo contrario, la Biblia nos llama “Coherederos, junto con Cristo”, es decir, no solo somos hijos, sino también nos corresponde la herencia del Reino de los Cielos, pero para que la administremos y la multipliquemos.

Es justo por eso que Dios nos pone como personas que edifican casas en esta cita, somos parte del Reino y somos los que nos toca hacer y no solo “tener fe” y “abandonarnos” en Dios esperando que Él haga, es por eso que la misma Biblia nos deja muy claro que la fe sin obras es muerta (Santiago 2:14).

Y no es que hagamos cosas para “ayudarle” a Dios, sino que escuchamos su voz y hacemos las cosas que nos envía a hacer, tales como imponer manos sobre los enfermos (ojo, no orar, sino imponer manos), echar fuera demonios, pero sobre todo el llevar el evangelio a toda criatura y hacer discípulos (enseñar a otros a vivir como nosotros lo hacemos), y para hacerlo no hay que dejar la manera en la que vivimos para dedicarnos a la obra de Dios, sino que hay que llevar a Dios a nuestra vida cotidiana y edificar desde ahí, para que oremos y tengamos respuestas milagrosas ahí en el seno de nuestras familias y nuestros círculos sociales, para que puedan reconocer a Dios en nosotros y decidan vivir una vida espiritual, es decir obedeciendo al Espíritu de Dios y no solo sintiendo bonito.

Hacernos parte del Reino de Dios es una de las decisiones de fe más importantes que podemos tomar, para dejar de creer que creemos en Dios y empezar a hacer aquello que creemos, de acuerdo a lo que conocemos de Dios, esto no es algo para personas “especiales”, sino para personas con la identidad adecuada, que no se van a dejar arrebatar ninguna bendición, pues las generan todas en el nombre de Yeshúa (Jesús), tal como Él nos indicó.

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