Muchas veces nos preguntamos qué es lo que pasa en la presencia de Dios? y la respuesta es sencilla, en la presencia de Dios, somos transformados de regreso a nuestra identidad original a su imagen y a su semejanza, de manera que cuando hemos estado con Él, las cosas a nuestro alrededor cambian, pero no porque Dios haga algo, sino porque nosotros somos el factor de cambio que impacta a nuestro alrededor.

Es parte fundamental de nuestra fe el entender que el orar o el tener intimidad con Dios no significa que pongamos nuestras necesidades en manos de Dios y que las cosas queden en su lado de la cancha, por el contrario, el tener intimidad con Dios y el orar (escuchar a Dios) nos capacitan y nos llevan a tener más que nunca el control de nuestras situaciones y a actuar como Él nos lo indique, con precisión, con certeza, con sabiduría y con cierta violencia (me refiero al término violencia que habla de tajancia y precisión y no a término violencia del que hablan las noticias a diario).

Es un hecho que lo único que provoca la fe verdadera es acción, por tanto aquella persona que dice tener fe y se sienta a esperar, solamente se engaña a sí misma, pues Dios no hace ese tipo de cosas, basta con ver la Biblia para que nos quede más que claro que cada vez que Dios habló a cualquiera de las personas en ella mencionadas, lo siguiente era tomar acción y realizar algo que significara cambio.

Ahora bien, hay muchas personas que creen no necesitar una intimidad “mayor” con Dios porque las cosas están “bien” entre ellas y Dios, porque las cosas fluyen y nada parece faltar, pero pocas personas se percatan que en muchas ocasiones el hecho de que las cosas vayan “bien” tiene más que ver con el hecho de que alguien más a nuestro alrededor esté en la constante presencia de Dios y esté llevando a cabo cada instrucción que recibe del Padre.

Tal era el caso de los Israelitas, ellos gozaban del beneficio de que Moisés entraba constantemente en la presencia de Dios y de que aseguraba que cada palabra que escuchaba de Dios tuviera un impacto en la tierra, pero no era la relación de los Israelitas con Dios la que provocaba eso, Dios es un Dios fiel y les había hecho una serie de promesas que se siguen cumpliendo hoy en día, pero porque Dios jamás incumplirá su palabra, así de sencillo.

Es por eso que Dios hacía ciertas manifestaciones, como la de la cita de hoy, para dejarle claro a su pueblo, que había una diferencia entre aquellos que le visitaban y los que no, que siempre habría quienes provocan los cambios y quienes son objeto de ellos y que todo aquel que decida entrar a la presencia de Dios será instruido y capacitado en cosas grandes y asombrosas si lo decide.

Decidí usar la cita de hoy porque contiene dos elementos esenciales para entender a Dios y su efecto en nosotros, primeramente Moisés recibió instrucción precisa, las tablas de la ley, instrucciones claras y concretas de como vivir y provocar bendición y segundo, su rostro resplandecía en señal de que había sido regresado a su estado natural y con la capacidad de cumplir dichas leyes, ya que para el hombre son imposibles, mas para Dios no, la ley no era limitativa, sino un reto, el reto de la santidad, de la abundancia y de lo diferente.

Hay personas que creen que hay que ser especiales para agradar a Dios, pero en realidad es al revés somos especiales porque Dios se agrada de nosotros y le permitimos actuar en nuestra vida y reflejar lo asombroso de su naturaleza y su Reino en nosotros.

Por tanto, le quiero invitar a que decida tomar ese paso, permita que Dios ponga en usted instrucción y le permita reflejar su gloria, para que como Moisés, sea usted el factor de cambio para el mundo que le rodea.

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