Cómo lo decía previamente, el peor enemigo de la bendición es la falta de visión, es decir el que no se ve como alguien que vive en bendición difícilmente la obtendrá, es como digo a muchos, no puedes pretender un cambio poniendo tu vista en el problema, sino en la solución ya puesta en ti, pues si pones tu vista en el problema, verás también todas las trabas y todos los impedimentos que hay entre tu mismo y la bendición que esperas.
Eso es algo que le pasó al tercer siervo de la parábola de los talentos, el se quiso comparar a sí mismo con Dios y lejos de ver las similitudes, vio las diferencias y se enfocó en ellas de modo que lejos de producir riquezas escondió su talento y esperó a que el amo regresara (para mayor referencia lea Mateo 25:14-30), siendo que el amo, encontró las similitudes entre los siervos y él y les dejó sus riquezas para que las multiplicasen de acuerdo a su capacidad.
En otras palabras, el amo sabía que sus siervos le habían aprendido algo y por ello podía confiar en ellos, es exactamente lo mismo que hizo Yeshúa (Jesús), Él vino, vivió entre nosotros y enseñó a sus discípulos a vivir de acuerdo al Reino que les entregaría y fue por eso que les dijo “las mismas cosas que yo hice, ustedes harán y aún mayores”, porque gracias a su sacrificio en la cruz y a la presencia del Espíritu Santo en sus vidas se entendía igual a ellos, con la capacidad de expresar la naturaleza de Dios (semejanza).
Es hasta el momento que nos entendemos como parte de ese Reino y con la capacidad que nos fue dada desde un principio y que recuperamos por medio del nacer de nuevo que podremos dejar de ocupar nuestro tiempo de oración en pedir cosas que no tenemos idea si recibiremos y empezaremos a entender que todo nos fue dado y que ahora solo tenemos que activarnos en el Reino, para poder poseerlo, en otras palabras la pelota está de nuestro lado de la cancha, como decimos coloquialmente.
Es en ese momento que entendemos que el entorno no nos influye a nosotros, sino somos nosotros quienes transformamos nuestro entorno con solo entender nuestra naturaleza, así de simple, no tenemos que orar, no tenemos que declarar cosas a gritos, ni con gran autoridad, tenemos que entendernos como coherederos de Cristo, como parte de este Reino y dejar que el Reino mismo surta efecto en todo lo que hacemos.
En la parábola de los talentos sucedió de esa manera, los siervos que se les dio mucho, multiplicaron lo que se les dio, no esperando nada a cambio, sino entendiendo que les era natural, no solo habían aprendido del amo, sino el amo dijo que podían y su fe era más grande que lo que veían, por tanto así hicieron.
Mientras el 3er siervo sólo vio lo que no tenía y lo que según su propio entendimiento no podía, por tanto, en vez de siquiera intentarlo escondió su talento y esperó a que su amo regresara.
A veces y no lo digo con el afán de criticar a nadie, créame, pero veo esa misma actitud en aquellas personas que insisten en no orar en público ó prefieren ser solo simpatizantes y no participantes del Reino, son aquellos que creen que tienen algo que aprender que en realidad les fue dado pode imagen y semejanza del amo (Dios) y que ahora solo tienen que sacarlo a lucir, para que se multiplique de acuerdo a la naturaleza del amo y no a nuestro entendimiento.
Si usted está esperando que Dios le bendiga, le puedo decir esto, a menos que esté usted dispuesto a multiplicar lo que tiene y a mantenerse en constante movimiento, pasará usted mucho tiempo esperando algo que probablemente nunca llegará o sucederá, Dios ya lo hizo todo y ahora es su turno de entender ese “todo” para que lo multiplique y la cita de hoy le sea cumplida y se haga verdad en su vida.