Querer algo con muchas ganas y tener fe, son dos conceptos muy diferentes y no están relacionados, la diferencia radica en el fundamento de cada uno de estos conceptos.

Muchas veces queremos ó anhelamos algo con mucha intensidad y a causa del sentimiento que esto ocasiona, le bautizamos como fe, hay personas que dicen por ahí todo el tiempo “tengo mucha fe”, pero terminan no recibiendo aquello que anhelan por no tener el fundamento necesario y terminan incriminando a Dios por ello y diciendo que Él “por algo” hace las cosas, siendo que normalmente no intervino.

Tener fe tiene que ver con el creer y el creer tiene que ver con algo que nos consta, no con algo que queremos, nota la diferencia?, la Biblia está llena de promesas que podemos creer y de las cuales nos podemos apropiar, todas tienen que ver con el dar honra y gloria a Dios por medio de lo que hace en nosotros y de cómo Él nos avala como hijos suyos por medio de cumplir todo lo que está escrito en su palabra y nos ha prometido.

Es por eso que el pedir es uno de los conceptos más confundidos con el orar que existen, porque las personas quieren y anhelan cosas que ven imposibles en su vida y como las ven imposibles no tienen a nadie más que pedírselas que a Dios y por tanto consideran que el pedirle a Dios cuenta como oración, pero dejan fuera la intimidad, la comunicación, la reverencia y la adoración como para entender que se trata del Creador del Universo y no del toma pedidos celestial con quien están hablando.

Es por eso que Santiago el Apóstol nos revela que pedimos y no recibimos porque no sabemos pedir, porque no alcanzamos a visualizar el plan de lo que Dios puede hacer por nosotros por medio de darnos no solo lo que pedimos, sino mucho más, sólo nos hace falta tomarle en cuenta a Él y a su propósito y listo.

Es por eso que el día de hoy decidí tomar esta cita del libro de Deuteronomio que dicho de paso es una de mis favoritas pues deja ver claramente cual es el plan de Dios y las cosas que podemos esperar de Él en cuanto a lo económico.

Note que la mayoría de las veces que oramos o pedimos acerca de temas financieros, lo hacemos acerca de puntos específicos y cosas que se resuelven en lo inmediato, lo cual no permite que nuestra manera de vivir cambie, es decir, Dios no va a sacarnos de un apuro, cuando Él interviene, todo debe de cambiar, pero no por un instante, sino de manera permanente, no podemos pedir cosas desde nuestro hoy y nuestro ahora, sino con vistas a la eternidad, pues si no, nunca maduraremos y nunca veremos a Dios manifestado en nosotros.

El capítulo 28 del libro de Deuteronomio nos habla de las bendiciones de la obediencia y las maldiciones que hay en la desobediencia, es decir, nos dice la visión de quienes podemos llegar a ser y el nivel de vida al que podemos aspirar de acuerdo a la visión de Dios acerca nosotros, si es que decidimos vivir en verdadera bendición y no solo pidiendo pequeños favores.

Note hasta donde va Dios, Él no quiere sacarnos de apuros, Él no quiere que tengamos lo suficiente en lo económico, a Él no le basta con que no tengamos deudas, Él requiere de nosotros que tengamos su misma identidad, es por eso nos dice que si somos fieles y ponemos su voz como lo más importante en nuestras vidas, no solo tendremos abundancia económica sino que seremos de los que prestamos y jamás de los que pidamos prestado, pero si lo nota, es un asunto de identidad, pues aquel que presta está en riesgo siempre de que no le paguen, y Dios nos habla largo y tendido acerca de los asuntos de cuando nos deben dinero, por tanto nos pondrá en una condición de prestar y que no tengamos la necesidad de cobrar (pero no hay que prestar a cualquiera y no hay que ponernos en riesgo de que no nos paguen) y que siempre podamos compartir no solo de lo económico sino de lo que Dios nos hable, para que otros sean multiplicados en nosotros y por medio de nosotros.

Se da cuenta que no es lo mismo el pedir dinero que orar para que Dios ponga en nosotros la naturaleza, las cualidades, la personalidad y la capacidad de ser de los que prestamos y no de los que piden prestado?, es por eso que solo pedir es quedarse cortos ante el sinnúmero de posibilidades que Dios nos pone enfrente y la capacidad que tenemos de darle gloria en todo lo que hacemos, así que está en sus manos el decidir, si sigue pidiendo con el riesgo de quedarse corto, ó bien decide adoptar el carácter de Dios y reflejarle en todo lo que hace.

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