Hay cosas en esta vida que no se pueden ocultar, una adecuada relación con Dios es una de ellas, por alguna extraña razón las personas quieren creer que como nadie las observa en sus momentos de intimidad, nadie tiene porqué saber si oran, si leen su Biblia o si simplemente pasan tiempo en la presencia de Dios.

Esto no lo digo con la intención de cuestionar a las personas acerca de sus costumbres de fe, sino a animarlas a que las lleven a cabo, ya que en ocasiones no hacen más que engañarse a sí mismas alimentando esa fantasía de que Dios “está con ellas” o que “las cuida”.

Obviamente Dios está con las personas, Él es omnipresente, está en todo lugar, y ama a las personas, si no, para qué habría dado la vida de su propio Hijo, no lo cree?, el hecho de que eso sea cierto difiere mucho de que tenga un efecto en nuestras vidas, ya que también Dios es un caballero y no se mete en las vidas de quienes no lo invitan a participar en ellas.

Hay muchas personas que aseguran tener fe, pero pasan su vida entera esperando a que “algo” pase para que puedan vivir una vida en Cristo, hay personas que creen que Dios gira alrededor de ellas y que si las cosas asombrosas que tanto promete no suceden es “por algo”, pero la verdad es diferente y le quiero contar porqué.

Todos hemos leído ó escuchado en alguna ocasión la cita de hoy, pero pocos ponen atención a una palabra que hace la gran diferencia dentro de esta poderosa frase, esa palabra es “andamos”, y es ahí donde se diferencian los que verdaderamente tienen fe, de los que no.

Cuando pienso en esta frase y en esta palabra en específico, no puedo evitar pensar en Enoc, la Biblia nos recuerda que Enoc caminó con Dios, es decir, caminaba a su ritmo y junto con Él, se atrevió a creer en lo que Dios dijo acerca de él, de que no solo fue hecho a la imagen de Dios, sino que también podía expresar su naturaleza (semejanza), de modo que hacía las cosas que Dios hacía y pensaba como Dios pensaba, al grado que esto le evitó pasar por la muerte.

Asombroso no?, esto es como una bofetada con guante blanco para todos aquellos que se escudan en “solamente ser humanos” para justificar sus errores y debilidades, siendo que prefieren ser humanos, que hijos de Dios, y en eso hay una gran diferencia, pues es un asunto de identidad y un asunto de voluntad.

La Biblia nos enseña que somos renovados constantemente por ser hijos de Dios y nos asegura que somos perfeccionados hasta ser como Yeshúa (Jesús), y que no debemos desmayar hasta haber alcanzado esa meta, pero hay quienes simplemente dicen que son humanos, por ello imperfectos y por tanto susceptibles a equivocarse, no avanzan, no andan…

Lo nota?, no andan, no se mueven, no son cambiados y no van a ningún lado, las personas que tienen fe, tienen como característica el moverse constantemente, pues lo que creen (la palabra de Dios), les hace moverse y accionar sabiendo que Dios irá con ellas a donde vayan y les respaldará en lo que hagan, pero quienes no tiene fe, esperan señales milagrosas que no llegarán para accionar y para poder demostrar lo que creen.

Es por eso que tanto David el Rey, como los Apóstoles hablaban de las señales milagrosas que siguen a los que creen y no al revés pues su fe es la que provoca que las cosas sucedan de acuerdo a las promesas de Dios.

Me llama la atención quienes llaman “sabio” al famoso Santo Tomás de Aquino a quien atribuyen la famosa cita de “hasta no ver no creer”, si necesita ver, entonces no conoce a Dios y quien no conoce a Dios no puede ser llamado Santo, pues no ha encontrado a alguien para quien apartar su corazón, no lo cree?

Y por favor no lo mal entienda, no tengo conocimiento acerca de este personaje y no me consta que haya dicho lo que dijo, solo apelo a la sabiduría popular que gira a su entorno y a la poca relación de sus palabra con la Biblia y la verdad que viene de parte de Dios.

En la Biblia hay más de 2,000 promesas que nos deberían de mantener en constante movimiento, imitando a Cristo y reflejando su naturaleza, con lo cual nuestra fe no podría ocultarse, al grado de inspirar a otros a seguir a Cristo y a vivir en lo sobrenatural.

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