Cuando hablamos de temas de fe, las cosas siempre se ponen interesantes, pues de alguna manera a nadie le gusta que se pudiera dejar ver que no tenemos una buena o una adecuada relación con Dios (dicho sea de paso que nadie puede medir esto), aunque en realidad no es tanto lo que los demás opinen, sino que en realidad es nuestra consciencia la que nos acusa todo el tiempo de las cosas que sabemos que hemos dejado de hacer o que tenemos aún pendientes y que están en nuestra lista de cosas por hacer con alta importancia.

De hecho, este tipo de pensamiento nos lleva a hacer constantes comparativas entre quienes solíamos ser y quienes somos ahora, como si por destacar el cambio que hubieran podido sufrir nuestros estilos de vida, pudiéramos mitigar nuestro sentimiento de culpa y lograr la aceptación y la paciencia de quienes nos rodean.

Esto es tan erróneo como quien quiere lograr hacer un cambio partiendo de un problema y no de una visión, es decir, no podemos destacar nuestro presente exhibiendo nuestro pasado, no porque sea malo, sino que va en contra de los principios de Dios y de las manera en como Dios hace las cosas.

Uso este ejemplo muy a menudo: frecuentemente me topo con personas que dicen haber sido transformadas por Cristo, y para hacerlo notar hablan de todo lo terrible de su pasado, que si fueron alcohólicos, que si fueron golpeadores, que si amanecían tirados en las banquetas tras noches de juerga y parranda, hablan tanto de quien eran, que no tienen nada que hablar de quien ahora son, solo saben lo que ya no son, pero no tienen una nueva identidad.

Y esto se lo digo porque a menudo nos hace falta entender que el dejar de hacer lo malo no es suficiente, porque eso solo nos lleva a la mediocridad de no hacer nada, pero en realidad a donde queremos y pretendemos llegar es a ser imitadores de Yeshúa (Jesús) y fue éste quien nos puso el ejemplo de que la inactividad es uno de los peores males de los hombres, pues dejar de hacer lo malo no es un signo de recuperación por el contrario, es un signo de cobardía, hay quienes no prefieren hacer nada, con tal de evitar ser tentados y volver a caer, y es justo lo que pasa a este tipo de personas de las que le comento, que hablan tanto de su pasado, como para poder exaltar su presente que está lleno de inactividad pero que piensan que debería de ser aplaudido por los demás por su fuerza de voluntad y resistencia, que si lo pensamos detenidamente, no tienen que ver con Dios, sino con ellos mismos.

Y el porqué le digo todo esto es porque Dios nos ha dado los parámetros de cómo vivir y cómo desenvolvernos en este tipo de asuntos y lo refleja claramente en la cita de hoy, me encanta ver como Dios lo dice claramente “y su hoja no cae”, esto traducido a la visión de Dios nos dice: y nadie tiene porqué ver su pasado para que no pueda ser juzgado ni objeto de escarnio.

Wow!, entendamos a Dios como Él es!, lo primero que Él hace cuando decidimos hacerle nuestro Señor y nuestro salvador para nacer de nuevo, es borrar nuestro pasado, la Biblia nos enseña que incluso Él decide olvidar que perdonó nuestro pecado, entonces, por qué habríamos nosotros de exaltar algo que no es bueno, algo que ya fue perdonado y algo que Dios ha olvidado para hacernos ver “buenos”, siendo que Dios quiere darnos una nueva identidad y no un mal pasado para usarlo como punto de referencia?, le hace sentido?

Todas las cosas que tienen que ver con la identidad de Dios en nosotros a lo largo y ancho de la Biblia tienen que ver con crecimiento, visión y marchar hacia la meta, nunca con el pasado, de hecho por eso es que no hace la referencia y advertencia de la mujer de Lot quien se convirtió en una columna de sal a causa de mirar hacia atrás y a lo que dejaba en vez de abrazar la visión hacia el futuro que Dios le daba, sin embargo pareciera que tenemos un imán hacia nuestro pasado.

Muchas personas han criticado al mundo cristiano por ser reservado con temas como el asistir al psicólogo por ejemplo (que quede claro que no tiene nada de malo), pero debemos de entender que los psicólogos hacen justo esto que le comento, buscan nuestra identidad y el justificar nuestro presente por medio de hurgar en nuestro pasado, siendo que Dios nos dice que le busquemos en intimidad y nos dará una visión hacia donde habremos de ir y la medida que haremos de tener cuando lleguemos ahí, sin importar nuestro pasado, pues Él lo ha borrado y perdonado.

La persona que ha decidido dejar de ser solo un hombre y convertirse en un Hijo de Dios ha decidido vivir en la bienaventuranza a vivir distinto a como el mundo vive y a entender las cosas de manera distinta a como el  mundo las entiende y lo primero que debe de entender es que Dios ha creado una nueva identidad (hojas) que nos cubren y que jamás caerán pues nuestro pasado jamás deberá ser expuesto ni desnudado para justificar quienes somos hoy en día, ya que todo lo que somos es transformados constantemente a la identidad de Cristo en nosotros hasta el día que seamos perfectos y lo perfecto solo es y no se necesita comparar con su estado anterior para serlo, no lo cree?

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