Tuve que tomar un tiempo y detenerme en el escribir las siguientes reflexiones de esta serie, ya que Dios me impactó de gran manera al meditar en esta parte de Salmos 1:3 que dice “y da su fruto a su tiempo”, pfff!, me falta el aire de la emoción de entender la profundidad de esta palabra, pues tiene todo que ver con nuestra fe, pues el que cree, tiene como reflejo de su creer el dar fruto.

La diferencia entre los simpatizantes y los creyentes en Cristo, son las señales (Marcos 16:15-18), ya que los que simpatizan con Cristo, son aquellos que esperan una señal para poder creer y actuar en fe, pero los que creen, son perseguidos por señales milagrosas todo el tiempo y lo sobrenatural es parte de su día a día a causa de lo que creen, no tienen necesidad de orar por los enfermos, porque saben que el imponerles sus manos y trasmitirles su identidad es suficiente para que sean sanados, saben que día a día vivirán en batallas cada día más grandes, con victorias cada día más asombrosas, y crecen día a día para parecerse más a Yeshúa (Jesús).

Es por eso que nos es necesario conocer a Dios para poder saber a quien nos hemos de parecer y qué es lo que habremos de hacer, empezando por el dar.

Ups!!!, ya toqué las fibras sensibles de la mayoría de las personas, todos dicen que creen, hasta que les pega en el bolsillo, todas las personas que no van a la iglesia, lo hacen por miedo a dar, porque alguien equivocadamente les dijo que dar se trata de dinero y no de identidad.

Es obvio que Dios nos llama a dar dinero, pues es la única manera en la que podremos quitar al dinero del primer lugar de nuestro corazón para que sea Dios quien lo ocupe, pero dar, tiene que ver con muchas cosas más relevantes e importantes que el dinero y es justo de eso de lo que Dios me ha hablado en los pasados días y de lo que le quiero compartir.

Piense en esto, el dinero no se puede sembrar, pues el dinero no produce nada, compra cosas pero no se siembra y no se multiplica, es más, es la capacidad del hombre el  producir y administrar dinero, pero no el sembrarlo para que se multiplique por sí mismo, y quiero entender de parte de Dios que por ser el dinero un ente muerto que jamás dará fruto.

Pero todas las demás cosas que sí salen de nosotros, pueden ser sembradas en las personas y en las situaciones para que den fruto y sea multiplicado quienes nosotros somos en otras personas.

Piénselo de esta manera, por más dulce que sea un fruto, usted no puede darle una mordida al tronco ó a la rama de un árbol, ya que no tienen la textura ni el sabor adecuados, pero el fruto es lo mejor de la sabia y de los nutrientes de ese árbol y están hechos para que sean otros los que los disfruten y sus semillas puedan multiplicarse en ellos.

El dar frutos es parte de nuestra vida en Cristo lo mejor de nosotros (que es Cristo mismo) es el alimento de quienes nos rodean para que sean multiplicados en amor y para ser como nosotros pues nosotros somos como Yeshúa (Jesús).

Es por eso que me preocupa tanto cuando veo personas que se acercan a Dios con la intención de recibir y no de dar, pues Dios ha dicho que aquellos que no dan frutos han de ser cortados, así como la higuera que se secó porque no había fruto en ella y los que siempre piden, nunca dan y nunca cumplen con su función a la imagen y semejanza de Dios.

Cuando hablamos de dar frutos en su tiempo, hablamos de las personas a las que les hemos sembrado la semilla de Cristo y han sido transformadas por Él, aquellas en las que pusimos lo mejor de nosotros y hemos rescatado en amor de su manera vana de vivir, no por lo que opinemos de su manera de vivir, sino por su falta de sentido y dirección.

Cuando hablamos del tiempo adecuado para dar frutos, no hablamos de tiempo medible sino de la urgencia de rescatar a las personas para Cristo y nuestro deseo de darles todo aquello que hay en nuestra vida, no hay tiempo para esperar, el tiempo de bendición es hoy!

Ahora entiende por qué tenemos que pensar que lo mejor de ser bienaventurados es el dar frutos, pues es la oportunidad que Dios nos da de trabajar en su equipo y a su nivel, para que le reflejemos en todo lo que hacemos y le demos gloria por cada una de las cosas asombrosas de nuestra vida.

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