Muchas personas suelen evitar la iglesia y la religión porque pareciera que les va a cuarta la vida y les limitará de hacer las cosas que les gustan y las cosas que les provocan bienestar, pero sabe, ni la iglesia, ni la religión tienen ese fin y no funcionan de esa manera.
Entendámoslo como Dios lo entiende, por qué habría de existir un grupo de personas amargas e infelices que están ahí por gusto propio, porque nadie les obliga, ni nadie les ata, tratando de reclutar a muchos otros para que sean infelices juntamente con ellos?, que no debería ser al revés?
No solo es al revés, sino es diferente a lo que muchos perciben, obvio, si hay muchas personas que están dentro de las iglesias que no han entendido del todo a qué es a lo que van y son aquellos que por encajar o por quedar bien luego andan haciendo que otros dejen de disfrutar su paso por la iglesia.
Pero sabe porqué es esto?, es sencillo, las personas van a las iglesias a sentirse mejor y a justificar su manera de vivir y no a funcionar de acuerdo al Reino de Dios, de hecho lo repito casi a diario, hay quienes piensan que pueden ir a la iglesia a acercarse a Dios, pero en realidad es nuestra cercanía con Dios la que nos lleva a la iglesia, pues ahí es donde empezamos a cumplir el propósito de Dios en nuestras vidas.
Muchas personas dejan de ir a la iglesia porque otros les caen mal, porque pareciera que les obligan a hacer cosas que no les gustan o qué se yo, pero si lo piensa la iglesia no es diferente a un trabajo, pues es parte de nuestra naturaleza el producir y si no vamos a producir a nuestro trabajo nos corren o bien hay muchos que son expulsados de la iglesia (hablo espiritualmente no en lo físico) porque no van a producir, y no solemos dejar de ir a trabajar porque nos obligan a cuidar de los intereses del propietario de la empresa o si?
Lo más interesantes es que la mayoría de las personas dice amar a Dios y dice que es lo más importante de su vida, pero no están dispuestos a ser parte de una iglesia y producir para el Reino de Dios, y esto tiene que ver con el hecho de que no conocen a Dios, no conocen su ley y nunca han disfrutado el dulce sabor del cumplimiento de la palabra de Dios.
La Ley como se describe la palabra de Dios a sí misma, no es otra cosa que una carta de amor de Dios hacia los hombres, es la garantía de lo bueno, de lo constante, de lo abundante y lo sobrenatural para cualquiera que lo cumple y la capacidad de dejar de ver y vivir para el “yo” para vivir en la consciencia del Reino como una prioridad.
La Ley no es un libro lleno de reglas difíciles de cumplir, es un libro de garantías que habremos de disfrutar si nos esforzamos por cumplir algunas condiciones que dicho de paso, nos son completamente imposibles de cumplir, pero para ello está Dios que nos esfuerza, nos ayuda, y ya pagó en la cruz el precio por nuestra incapacidad de poder cumplirla y nos pone en una condición especial.
Cómo esta eso de que no podemos cumplir con la Ley pero de todas maneras Dios pagó el precio por ello y nos deja disfrutar sus beneficios?, entonces?, por qué no simplemente eliminó la Ley?, la respuesta es sencilla, la Ley está ahí para que siempre tengamos la consciencia de quien es Dios, para que nunca creamos que lo que tenemos es por méritos propios, sino que a pesar de no merecerlo, Dios por su gracia ha decidido que gobernemos en abundancia junto con Él porque fue Él quien lo decidió así y no nosotros quienes nos lo ganamos por algún mérito ó alguna cualidad especial en nosotros.
La Ley es la medida del amor que Dios nos tiene, así como es imposible cumplir con la Ley en nuestro diario vivir, de la misma manera nos es imposible dimensionar y entender la manera que Dios nos ama, porque es tan grande que podemos disfrutarlo pero no entenderlo, es como la fe, no se entiende, pero se cree, la Ley nos enseña a creer.
Es justo por eso que el Salmista escribió la porción de la cita de hoy donde dice “sino en la Ley de Dios tiene su deleite”, es decir sabe exactamente que tan poco ha hecho para merecer lo que tiene y la manera en la que vive, pero ve a Dios en cada una de las cosas y beneficios de su vida de manera que vive agradecido por la gracia que abunda en él, pues sólo jamás lo hubiese logrado.
El ser bienaventurado tiene que ver con la consciencia de quienes somos, tanto por el lado de saber lo que no podemos ser debido a nuestras limitantes demarcadas por la Ley, como por el conocimiento de cómo es que Dios nos ve al grado de hacernos pasar por encima de la Ley para vivir una vida sobrenatural como sus hijos, sus herederos y aquellos a quienes envió a gobernar y establecer su Reino en su nombre, y quien habría de gobernar sin una Ley que lo avalara?, es por eso que nos deleitamos en la consciencia que Dios nos dar por medio de la Ley y nos es necesario leerla, conocerla, obedecerla y amarla porque es la carta en la que Dios nos declaró su amor incontenible.