Muchas personas me preguntan el cómo orar adecuadamente, y por lo general tengo que empezar por dejar claro que el pedir y el orar no son la misma cosa, y luego les explico lo que en muchas ocasiones he hecho en estas lineas, donde les aclaro que el orar tiene más con el escuchar a Dios y el enfocarnos en Él que el poner delante de Él nuestras necesidades etc…
Otra de las cosas que muchas personas no entienden es que la oración es un arma, pero no un arma que se pueda usar en contra de alguien o de algo, sino un arma que se utiliza a favor del Reino, con la intención de establecerlo y de propiciar un ambiente para que éste sea manifiesto.
Por tanto el orar en contra de personas, enfermedades, situaciones o qué sé yo, en realidad no es de gran utilidad pues no tiene la misma esencia ni la misma naturaleza de Dios, de modo que Él no interviene donde no hay santidad a causa del juicio que hacemos.
En otras palabras y aunque parezca cómico, pero oraciones de esas como “Dios mío, llévatelo o te lo mando”, o “por favor hazlo entender”, no funcionan y no tienen sentido de ser siquiera escuchadas por Dios, pues no es su naturaleza, Él es el Dios que nos llena de amor y nos envió a amar al mundo y a dar nuestra vida por nuestros amigos y no de manera contraria.
Si, sé que me dirá que qué hay de aquella cita de “echarán fuera demonios en mi nombre”, pero es una cuestión más de entendimiento que de semántica, porque es una consecuencia de creer y de ser bautizado y no una acción que habremos de emprender, si lo nota unos versículos antes dice “estas señales seguirán a los que creen y son bautizados”, es decir no es algo que busquemos, sino algo que sucede a causa de nuestra fe.
incluso por eso nos dice que la imposición de manos tiene más efecto que la oración por los enfermos, pues es una consecuencia, ya que no hemos venido a cambiar al mundo sino a transformarlo y esos son 2 términos muy distintos, aunque muchos los asocien.
Todas las cosas importantes en la Biblia suceden en la intimidad con Dios, todas tienen que ver con la presencia del Espíritu Santo, pues es quien llena nuestra vida de poder y lejos de pedirle a Dios que cambie nuestro entorno, se trata de que nos transforme a nosotros de regreso a nuestro estado natural a su imagen y naturaleza.
Esto se lo digo, porque a diario tratamos con personas que discrepan de nuestra manera de pensar o de actuar, a diario tratamos con personas que hacen mal o que tienen problemas y a veces solo quisiéramos “que entendieran”, pero haga un pequeño alto en el camino, recuerde que la fe no se trata de entender, sino de creer, y todos empezamos a creer verdaderamente hasta que experimentamos al Dios sobrenatural.
Dios nos dio una sola instrucción a lo largo del nuevo testamento, el ser santos e imitadores de Cristo y Yeshúa (Jesús) no hizo más que enseñar a sus discípulos y seguidores a vivir como Él vivió (en santidad y en la constante presencia del Padre) y pareciera que todo el tiempo queremos cambiar a las personas en vez de hacer lo que se nos dijo, no lo cree?
Piense esto, Yeshúa (Jesús) contagió a los discípulos de su manera de vivir, los llevó delante de la presencia del Padre por medio del Espíritu Santo, de modo que cuando Yeshúa (Jesús) ya no habitó mas entre ellos, las personas eran transformadas por medio de la presencia del Espíritu Santo y no por las palabras de los antes discípulos y ahora apóstoles.
Pero esto no era algo nuevo, esto había sucedido antes y para muestra esta la cita de hoy, Moisés necesitaba multiplicarse y poner el entendimiento de lo que sabía de Dios en 70 jueces que no podrían hacer su papel adecuadamente y con justicia a menos que experimentaran al mismo Dios que se había manifestado antes en la zarza ardiente y que transformó a Moisés y su manera de vivir y fue cuando Moisés los llevó y les mostró su intimidad con el Padre, que fueron llenos del Espíritu Santo, sus manifestaciones fueron en ellos y tuvieron la capacidad de funcionar adecuadamente de acuerdo al Reino que pertenecían a partir de ese momento.
Pero note como dice al final “pero esto nunca volvió a suceder” y esto tiene una razón, solamente una vez podemos desnudar nuestra intimidad con el Padre a los demás y en ese momento, ellos son transformados por el efecto del Espíritu, a partir de ahí cada uno tiene la capacidad y el conocimiento de la intimidad para ir directamente delante del Padre sin necesidad de más intermediarios, ni niñeras, ni intercesores.
Dios anhela tener intimidad con cada uno de nosotros, pero nosotros no podemos ni debemos hacer crecer a las personas hacia Cristo, solo les podemos compartir de nuestra intimidad y de su presencia para que puedan formar el mismo vínculo con Dios que nosotros tenemos y nos multipliquemos como nos dice la instrucción de Marcos 16:15-18.
Sólo en la presencia de Dios sucede la multiplicación.