Hay personas que sólo se acercan a Dios cuando tienen necesidad de algo, ó cuando están en algún tipo de apuros, y sucede que luego se frustran porque no siempre obtienen la respuesta que esperan o se engañan pensando que Dios “por algo” hace las cosas, cuando en realidad no tiene que ver con eso.

Creo que lo repito cada semana, hay maneras de entender las cosas, es como las personas que creen que pueden ir a la iglesia a acercarse a Dios, cuando en realidad el ir a la iglesia es una consecuencia de nuestra cercanía con Dios, ya que no va uno a recibir algo de Dios sino a dar y a manifestar su hechura a la imagen y semejanza de Dios, nota la diferencia?

Así sucede también en la intimidad con Dios, hay quienes no saben mas que apretar los ojos y pedir cosas a Dios, y piensan que con eso ya oraron, cuando la oración y el pedir son cosas completamente distintas y  me atrevería a decir que prácticamente opuestas, pero hay quienes simplemente no lo entienden.

Y por favor, no vaya usted a pensar que se la estoy poniendo difícil, por el contrario, mi intención es ayudarle a renovar su entendimiento para que pueda recibir los beneficios de una sana y adecuada relación con Dios.

Todo parte del mismo principio, hemos sido hechos a la imagen y a la semejanza de Dios, y hay una versión de la Biblia (The Message) que nos enseña que hemos sido hechos a la imagen y con la capacidad de expresar la naturaleza de Dios, es decir de funcionar como Él funciona y hacer las cosas como Él las hace.

Lo nota?, no es que Dios quiera darnos cosas ni hacer cosas “lindas” por nosotros, Dios quiere subirnos a su nivel para que gobernemos junto con Él, para que seamos sus hijos y dignos representantes suyos en esta tierra, donde todo lo que viene del Espíritu abunde en nosotros y los beneficios del Reino nos sigan en vez de nosotros a ellos.

La Biblia nos enseña que a Dios nadie le gana a dar, y sabe eso no es una buena noticia para que nos preparemos a recibir cosas de Él, sino para que le imitemos, de modo que nos preparemos a dar y eso desate en nosotros un efecto multiplicador y no para que tengamos más, sino para que nunca dejemos de dar y vivamos bajo la garantía de siempre ser abundantes y siempre bastos, siempre dependientes de Él, pero siempre libres de toda aflicción del mundo.

Y cuando hablo de dar no sólo me refiero a lo económico, me refiero a todo lo que se pueda dar, es decir, si nosotros prestamos oído a Dios, Él nos prestará de su atención, si damos de nuestro tiempo a los demás, recibiremos tiempo de otros y nuestras relaciones de amistad se volverán más significativas, si damos amor, seremos amados en abundancia, si damos dinero, siempre tendremos dinero para lo que necesitemos y la promesa dice que incluso no tendremos suficiente donde almacenarlo, pero debemos de partir del principio de hacer las cosas como Dios las hace y a vivir de acuerdo a lo que dice la palabra de Dios y no con la intención de que se nos sea dado.

Las cosas con Dios no son “recetas mágicas”, para vivir en abundancia y libres de problemas, las cosas con Dios son asuntos de identidad, si no hacemos las cosas con la identidad adecuada corremos el riesgo de perdernos en el propósito y en la frustración de no ver las cosas cumplidas, porque en realidad no buscamos a Dios, sino sólo sus beneficios, sólo queremos lo que puede hacer en nosotros y no el hecho de ser transformados de regreso a su imagen y semejanza, para habitar con Él, como lo hacían al principio de la creación.

Por tanto, le invito a que tome un tiempo y medite acerca de cual es su motivación para hacer las cosas de Dios, es que tiene ganas de que le den algo ó es el anhelo de su corazón de ser agradable a Dios y hacer y ver las cosas como Él las hace y las ve?

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