En ocasiones no entiendo a las personas, pues todas o la gran mayoría dicen amar a Dios, creer en Él, pero en realidad se comportan como si no lo hicieran, lo ha pensado?

La Biblia nos enseña que Satanás fue vencido en la cruz, sin embargo hay quienes estudian como hacer guerra espiritual, como si pudieran darle la victoria a Satanás y arrebatársela a Yeshúa (Jesús) y luego vencerlo ellas, o qué se yo, pero les encanta hacer algo que está fuera de contexto y además es anti bíblico.

Hay personas que aman llorar cuando se “encuentran» con Dios, siendo que la Biblia nos promete que en su presencia hay plenitud de gozo.

Y con esto no me quiero poner radical y no quiero decir que no se puede llorar en presencia de Dios, yo mismo lo he hecho y muchas veces, sino más bien quiero llegar al punto de que las personas suelen tener una relación emocional con un Dios que es espiritual, es decir, no tienen idea de a qué es lo que van con Dios y normalmente no saben siquiera si estuvieron con Él y mucho menos si habrán de recibir algo de Él.

La ventaja es que Dios no es un Dios que no deje huella, cada vez que entramos en su presencia, somos INEVITABLEMENTE transformados, por tanto, si usted no ha cambiado, a lo mejor no ha estado en la presencia de Dios y de nuevo se lo digo, no es que yo quiera ponérsela difícil, sino que tenemos que tener una consciencia de quien es Dios y de a qué vamos a su presencia, pues seríamos unos tontos en no dejarnos transformar por Él y Él un mentiroso al no transformarnos si entráramos a su presencia y no fuéramos transformados por su puro efecto en nosotros.

Ahora bien, cómo se hace esto?, cómo provocamos la transformación?, cómo es que sabremos si hemos cumplido nuestro propósito en cada visita de intimidad con Dios?

Es mucho más fácil de lo que imagina, no tiene usted que llenar ningún tipo de requisito, solo tiene que estar consciente de algo, usted es la tierra, Yeshúa (Jesús) es la semilla, y la semilla tiene que entrar en usted, morir en usted y germinar, para transformar y trastornar la tierra en la que habrá de dar fruto.

Por tanto, nuestro papel es ser una buena tierra, sin piedras, sin espino, una tierra fértil, llena de las buenas cosas que entran en nuestro corazón y libre de amarguras  y cosas del pasado.

Si lo pensamos adecuadamente, Dios ya lo hizo todo, Él ya envió a su Hijo, Él ya murió por nosotros, Él ya perdonó todo nuestro pecado y Él ya venció a nuestro adversario, por tanto ya no hay nada por hacer, ahora solo nos toca ser una buena tierra que reciba la semilla de la salvación y el amor de Yeshúa (Jesús) para que éste de el fruto de lo que hizo hace un poco más de 2,000 años y podamos imitarle siendo esos árboles de los que tanto habla la Biblia.

Es por eso que tantos dicen batallar al leer la Biblia y no entenderle, ya que muchos tratan se ser semillas de su propio género, cada uno quiere ser árbol y dar su propio fruto cuando en realidad se está perdiendo del privilegio de hacer su papel de tierra receptora de la semilla de Yeshúa (Jesús) y multiplicadora de su efecto.

Piense esto, la tierra recibe una semilla y se alimenta del agua que en lo espiritual representa a la palabra de Dios, es decir, todo lo que nos toca hacer es ser tierra que se aliente de la palabra de Dios para que la semilla de Yeshúa (Jesús) muera, germine y de fruto, solo tenemos que cuidar el ser buena tierra y listo.

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