Una de las razones por las que decidí acercarme a la iglesia cristiana, fue porque me enseñaron a cuestionar cada cosa que sabía acerca de Dios y a no quedarme con la primer respuesta, de modo que a lo largo de mi vida de fe, me la he pasado entendiendo, meditando y orando cada concepto que no entiendo, hasta encontrar una respuesta en el corazón de Dios y poder aplicar esta palabra, frase o cita adecuadamente a una vida práctica que beneficie tanto a mi vida personal, a las personas que me rodean y a las personas de la iglesia que tengo el privilegio de pastorear y obviamente aquellos que cada día hacen el favor de leerme alrededor del mundo.

Toda mi vida tuve la famosa duda acerca de aquel pasaje que reza “ya no vivimos bajo la ley, sino bajo la gracia”, ya que siempre he tenido la certeza en mi corazón que la gracia que viene de Dios no invalida la ley que a su vez viene de Dios, ya que el mismo Dios asegura de sí mismo que no es hombre para que mienta ni hijo de hombre para que se arrepienta, por tanto, si nos dio una ley, no la va a abolir con la gracia, más bien nos dará un nuevo estilo de vida en el cual estemos por encima de la ley, no lo cree?

Piense en esto, al principio de la Biblia, Dios habla acerca de que todo estaba desordenado en la tierra y era el Espíritu de Dios quien se movía sobre las aguas, en el nuevo testamento, vemos a Yeshúa (Jesús) que lleno del mismo Espíritu caminando sobre las aguas, es decir, existe una directa relación entre ambos hechos y debemos de entender que el autor de esto es el Espíritu Santo, pero no es el hecho de caminar físicamente sobre las aguas lo que es relevante, sino lo que esto nos da a entender.

En la Biblia, la palabra de Dios o bien la ley se describe a sí misma como agua, es decir, palabra de Dios = agua, por tanto tanto el Espíritu como Yeshúa (Jesús) están por encima de la ley, pero no podemos dejar de observar que fue Yeshúa (Jesús) quien dijo “no he venido a abrogar la ley, sino a cumplirla”, de modo que si dijésemos que la gracia anula la ley, estaríamos declarando a Yeshúa (Jesús) un mentiroso!, y no queremos eso o si?

Por tanto podemos entender que en nuestra calidad de hijos de Dios no nos queda mas que observar la ley, obedecerla e incluso amarla, ya que ella nos asegura bendición y una vida próspera en todos los sentidos, sin ella no podemos, es la guía que Dios nos dio para que no nos perdamos y para que podamos caminar en el día a día, pero además de la palabra, está el famoso y poco entendido Espíritu Santo, quien no hace otra cosa que equiparnos no solo para cumplir la ley o la palabra de Dios, sino para llevarnos a caminar por encima del agua.

En Gálatas 5:22-23 nos encontramos con un concepto nuevo el cual los Judíos no entendían del todo, el dar frutos, es decir, el permitir que nuestra intimidad con Dios no solo nos trajera beneficios a nosotros, sino beneficiara a quienes nos rodean, quienes habitan en nuestra casa y aun a nuestras generaciones!, esos frutos son: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio, y si lo nota, cada uno de estos frutos no nos benefician a nosotros, sino a los demás, es decir, el Espíritu Santo nos capacita para servir a otros.

Como muchas personas suelen decir “el que no sirve, no sirve”, o en otras palabras el que no sirve a otros, no sirve para vivir, pues esa es la naturaleza a imagen y semejanza de Dios que el Espíritu Santo quiere recuperar en nosotros, para que lejos de estar zafándonos de la ley, caminemos por encima de ella, así como hizo el mismo Espíritu en Génesis, como lo hizo Yeshúa (Jesús) en su estancia en la tierra.

Note como la cita de hoy, que solo es el final de la descripción de los frutos que el Espíritu provoca en nosotros dice “no existen leyes contra tales cosas”.

Por tanto, si usted en alguna ocasión se ha preguntado «cómo es que voy a caminar algún día sobre el agua?”, o bien se ha preguntado si algún día lo podrá hacer, he aquí la respuesta, el día que el Espíritu de Dios tenga mas poder en usted, que sus pensamientos y sus sentimientos y el día que escuche más a Dios que a usted mismo y sus circunstancias, se verá amando y cumpliendo la ley, aun cuando esta no tenga efecto alguno en usted, a causa de los frutos que el Espíritu de Dios causa en usted constantemente.

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