Muchas personas dicen que la Biblia hay que interpretarla y entenderla y en ese pensamiento se pierden, pero la verdad es que no es así, la Biblia no tenemos que entenderla y mucho menos interpretarla, lo único que tenemos que hacer es creerla, con el tiempo y con el conocimiento acerca de la misma palabra, Dios nos irá revelando lo que hay detrás de cada palabra, pero no tiene que ver con nuestro entendimiento ni nuestra inteligencia, sino con el Espíritu de Dios quien nos muestra los secretos del universo.

Obviamente, para quien es del mundo todo lo va a entender de acuerdo a su naturaleza mundana, pero aquel que es del Espíritu, todo lo entenderá de acuerdo a su naturaleza espiritual, el problema es que los que viven de manera almática (de acuerdo a sus pensamientos y sentimientos) pretenden competir con los espirituales (aquellos que obedecen al Espíritu), siendo que no existe tal competencia, pues ambos mundos el almático y el espiritual no convergen en ningún momento.

Esto es tan sencillo de entender como lo siguiente, estamos acostumbrados a ser las víctimas de quien se nos ponga enfrente, la televisión nos ha ayudado a entenderlo de esta manera, al grado que somos fácilmente heridos y ofendidos, de modo que el perdón no tiene cabida siquiera en nuestro vocabulario, aun lo que otros dicen a su favor pareciera una ofensa para nosotros, pues se trata de nosotros y así vivimos, todo lo queremos hacer nuestro, sin entender que Dios nos lo enseña de otra manera.

También somos víctimas de nuestro pasado, el cual nos persigue a donde vayamos, los psicólogos nos han enseñado que todo lo que somos se lo debemos a nuestro pasado y si indagamos adecuadamente en el, encontraremos la raíz y la solución a nuestros problemas, mas siempre tendremos miedo que el pasado nos haga una mala jugada y regrese a cobrar la factura.

Es por eso que vivimos de la manera que vivimos, no somos capaces de perdonar a otros porque el pasado nos advierte de que nos podrían volver a fallar o a ofender, tratamos de hacernos mejores personas en nuestros propios ojos y los de los demás, pero vivimos constantemente amenazados por “nuestra» naturaleza pecadora que pretende resurgir del pasado y hacernos quedar mal.

La verdad es que si lo pensamos detenidamente, es prácticamente imposible que vivamos una mejor vida si el pasado sigue presente en nosotros, de nada me sirve saber que mis padres tenían malos hábitos o hicieron x ó y cosa, ya que si pongo mis ojos en el pasado, no podré caminar y ver qué es lo que Dios pone delante de mi.

Es por eso que Dios muy sabiamente puso en nuestra vida elementos como la profecía, que no es otra cosa que la revelación del futuro, es decir, nos avisa de las cosas que habrán de suceder para que perseveremos en ellas en vez de estar viendo hacia atrás.

Nuestro pasado está lleno de cosas viejas y conocidas y Dios nos promete cosas nuevas y desconocidas (como referencia vea Jeremías 33:3), Dios nos invita a la aventura y a vivir más en la confianza que le tenemos a Dios que en nuestras propias fuerzas y es justo ahí donde nuestra relación con Dios empieza a hacerse tangible en el momento que dejamos de esforzarnos y empezamos a confiar.

Las religiones nos han enseñado a hacer rutinas de fe, donde pretendemos hacer recetas repetitivas, las cuales desafortunadamente no funcionan, ya que la verdadera fe, se vive en lo nuevo, en lo único y en lo auténtico que es Dios, de modo que nunca perdamos la capacidad de asombrarnos.

Es por eso que no solo tenemos que “acercarnos” a Dios, nos es necesario nacer de nuevo, ser nuevas criaturas en Él, de modo que a diario experimentemos cosas nuevas y seamos renovados aun en nuestras mentes y nunca más hagamos como hacíamos en el mundo y atados a nuestros pasados, no lo cree?

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