Hace años uno de mis pastores decía: «todos quieren ir al cielo pero nadie quiere morirse”, y sabe, esto que decía es muy cierto, porque todos tenemos la ilusión de algo bueno para nosotros el día que muramos, pero pocos tienen una idea de qué es en realidad ese lugar al que vivimos y es justo por eso que a la gran mayoría le da miedo morirse, porque no tiene idea de a donde irá.

Es justamente por eso que Yeshúa (Jesús) vino a esta tierra, a enseñarnos a que no tenemos porqué esperar a morirnos para ver a Dios ni para esperar los beneficios de vivir en su presencia, y por eso nos habló todo el tiempo acerca de ese famoso “Reino» del que muchos hablan y del que pocos entienden.

Y todo empieza por el creer, creer que cada palabra de la Biblia es cierta y que las cosas sucedieron y sucederán tal como están descritas en ella, ya que la palabra no está para entenderse ni para interpretarse, sino para creerse.

Una vez que creamos en la palabra, empezaremos a recuperar nuestra identidad que viene precisamente de la palabra, ahí esta descrito quien es Dios y quienes somos nosotros, ya que fuimos hechos a imagen y semejanza de Él.

Por tanto, una vez que nos entendamos a su imagen y semejanza, sin necesidad de aditivos ni complementos, será que podremos empezar a vivir una vida como Él la vivió entre nosotros y como Él nos la prometió, para que desde esta tierra vivamos de acuerdo al Reino de los Cielos y no podamos aspirar a otra cosa que morirnos para llegar a vivir eternamente de esa manera, ahora si, libres de tentaciones y ajenos al pecado y al fracaso.

A poco no le parece atractivo?, así si dan ganas de morirse, pero para morir físicamente e ir a ese lugar que nos es deparado, lo que nos hace falta es morir al que llamamos “nuestro viejo hombre”, es decir a la parte de nosotros que insiste en ser de esta tierra y hacer las cosas como los demás, a perseguir señales y a esperar recibir de un Dios desconocido.

Si aprendemos a morir a aquella persona que somos para ser limpiados y transformados de nuevo a la persona que Dios creó a su imagen y semejanza, nos daremos cuenta que es nuestro cuerpo físico el que nos estorba y no anhelaremos otra cosa que morir para vivir el deleite de estar en la constante presencia de Dios.

Es por eso que Yeshúa (Jesús) oraba: Padre que ellos se hagan uno contigo así como somos uno tu y yo, es decir, que ellos se regresen a tu imagen y semejanza, como tu yo yo lo somos, para que vivan como yo vivo y no anhelen otra cosa que regresar a tu presencia.

Dios no pretende cambiarnos, sino regresarnos a nuestro estado natural, de modo que morir sea natural en nosotros para que por medio de ello tengamos acceso a la verdadera vida, la que es eterna.

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