Como lo he repetido en muchas ocasiones, muchas personas confunden el orar con el pedir y el riesgo que corren es que centran su atención más en lo que piden y en ellas mismas más que en aquel del que se supone que dependemos y quien concederá aquello no que pedimos, sino que necesitamos.
Está bien que vayamos delante de Dios a exponer nuestra necesidad, pero en ocasiones olvidamos la calidad de Dios que tiene aquel al que vamos a pedir, olvidamos que Él sabe mejor que nosotros lo que necesitamos y conoce nuestras palabras aun antes de que abramos nuestra boca.
Por tanto, a veces corremos el riesgo de desperdiciar nuestro tiempo al no tener claro a lo que vamos a la presencia de Dios, ya que definitivamente el ir a pedir no solo es equivocado, sino también es quedarse corto, pues sería un desperdicio solo ir a eso.
La Biblia nos enseña que vamos a la presencia de Dios a ser transformados a su imagen y semejanza, de modo que cada vez que salimos de ahí, somos más como Él y menos como éramos antes de entrar y si no vamos con ese objetivo, nos podemos perder de aquello que Él tenía planeado para nosotros.
Y cómo es que esto sucede?, sencillo, por medio de la bendición, el término bendición viene de bien-decir, es decir que lo mas importante que sucede cuando estamos en la presencia de Dios es que nos habla y por medio de su voz nos transforma, por tanto, si no escuchamos nada en la presencia de Dios, estamos fritos!!
Y no crea que le digo que ora de forma inadecuada, ya que no hay manera de hacerlo, todas las oraciones son buenas, solo hay mejores maneras de hacerlo y aquellos que oran entendiendo que van a escuchar a Dios, obtendrán mejores resultados que el resto.
Piénselo de esta manera, Abram anhelaba tener un hijo, e iba delante de Dios a pedirlo y en ocasiones incluso a quejarse porque no lo tenía, pero no fue sino hasta que Dios le habló acerca del hijo que las cosas empezaron a suceder.
Primeramente, Abram aprendió que su oración era pequeña a comparación del plan de Dios, ya que Abram solo quería tener un hijo, pero Dios quería formar un pueblo que viniera de la descendencia de Abram, segundo, Dios tenía que hablar al oído y al corazón de Abram para transformarlo al nivel Patriarca en vez de hacerlo solo Padre de uno, toda su manera de vivir habría de cambiar.
En otras palabras, si solo le daba un hijo, seguiría siendo Abram por siempre, pero si dejaba que Dios le transformara, le sería cambiado su nombre por Abraham y sería el Patriarca que llevaría por emblema la nación de Dios, todo dependía de lo que escuchara y creyera acerca de Dios y de lo que Dios le dijera.
Por tanto, su oración no tiene porqué ser elocuente ni rebuscada para que pueda ser escuchada por Dios, por el contrario, debe de ser sencilla y pausada para que tenga usted espacio para escuchar la voz y lejos de pedir algo que no sabe si recibirá, pueda usted declarar lo que Dios le habla y ser transformado por ello.
Esta en usted el decidir si continua como Abram o permite que Dios le transforme en Abraham, si tan solo recibe un hijo o es usted el primer eslabón de toda una dinastía de hombres y mujeres que transforman el mundo por medio de lo que Dios hace en ellos y de lo que sale de sus bocas.