Muchas personas tienen la falsa idea de que orar y pedir son la misma cosa, pero en realidad no lo son, y curiosamente lo que mas les preocupa es como recibir lo que piden, mas allá de como orar adecuadamente.

Como lo hemos dicho antes, el orar tiene que ver con el tener una conversación con Dios, en donde ambos hablan, y podemos decir que nuestra oración es efectiva cuando escuchamos la voz de Dios, y esto no es un requisito religioso y no podemos decir que el que no escucha la voz de Dios no oró bien, sino que ese es el objetivo de orar el tener un diálogo con Dios, en donde lo importante es lo que sale de la boca de Dios, o lo que conocemos como bendición (bien decir).

El pedir por su parte, es algo que muchos confunden, ya que parecieran que están a expensas de un Dios caprichoso que puede o no concedernos lo que pedimos, y están sujetos a su estado de ánimo o a que tome en cuenta su pecado o no.

El pedir tiene más que ver con nuestra identidad que con la voluntad de Dios, ya que Él mismo declara en su palabra constantemente, que seremos nosotros quienes desataremos el poder del Reino del Cielo y recibiremos aquello que nuestro corazón anhele.

Como está eso?, si normalmente las personas dicen “si Dios quiere”, pero en realidad Dios siempre ha dicho “si quiero”, el problema es que las personas confían mas en sus 5 minutos de apretar sus ojos y alguna otra parte de su cuerpo que en lo que dice la palabra de Dios, la cual desconocen y pareciera que no les interesa en lo absoluto.

Hay un solo detonador para el favor de Dios, ese detonador es la obediencia, y con obediencia no me refiero a que seamos “buenos”, sino a que conozcamos la palabra y la llevemos a cabo, lo cual se traduce en justicia, pero entienda esto, pues es importantísimo  para nuestra fe, uno no obedece a quien no ama y uno ama a quien no conoce, así que el detonador de la respuesta a Dios a nuestras peticiones es el conocimiento a Dios, que trasciende hasta nuestra obediencia, ya que con ello tendremos siempre la certeza de que habrá una respuesta asombrosa de parte de Dios.

La cita de hoy tiene lugar en las famosas bodas de Canaan, en las cuales se quedan sin vino y a lo que Yeshúa (Jesús) les da la instrucción de llenar las vasijas de agua.

Muchos se preguntarían “para qué llenar las vasijas de agua?”, pero la madre del novio lo entendió todo, pues partió de un principio, ya se encontraban en una fiesta, a partir de ese momento las cosas solo podrían mejorar, y por ello dijo a sus sirvientes que obedecieran.

Si lo entendemos y lo traducimos a los tiempos de hoy, nosotros también nos encontramos de fiesta, ya que nuestro adversario ya fue vencido y vivimos en la época que solo estamos esperando la entrada triunfal del novio que viene por su iglesia, pero muchos no quieren entender eso, hay quienes prefieren seguir luchando con el diablo, o vivir en constantes problemas, y piden sin tener la certeza de que recibirán, ya que ni entienden que el enemigo ha sido vencido, no se entienden como hijos y coherederos y lo mas importante, tienen sus ojos mas puestos en sus circunstancias, que no pueden ver la palabra y obedecerla, de manera que no pueden asegurar su bendición que está para incrementar su felicidad y no para sacarlos de apuros.

Si usted anhela que Dios conteste y cumpla sus peticiones, todo lo que necesita es recordar que estamos de fiesta y que nuestra entrada a la fiesta es nuestro conocimiento y nuestra obediencia de la palabra de Dios, de ahí en delante viviremos constantes victorias y aprenderemos a gobernar de acuerdo al Reino de los Cielos y no de acuerdo a la tierra.

Que me dice usted?, vive de fiesta y en constante obediencia, o vive en constantes problemas por no conocer ni obedecer la palabra de Dios?

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