Tener fe es un asunto de creer, la pregunta es en qué es lo que creemos?, pues tenemos una tendencia a creer en lo que vemos, al grado que incluso en ocasiones nos escudamos en las palabras o dichos famosos de personas como Tomás de Aquino “hay que ver para creer”, lo cual es cierto, en términos del hombre, pero no en términos del Reino de los Cielos.
Es decir, podemos tener fe en lo que decidamos creer, pero la fe verdadera, la fe espiritual, solamente viene del creer en la palabra de Dios, la cual podemos leer ó escuchar, y solamente de esa manera tendremos una fe adecuada, ya que esta no es comprobable visiblemente.
Es justamente por eso que Dios no nos ha permitido el ver su rostro, para creamos más en su palabra por medio de la cual fue hecho todo, y no su rostro ni sus manos y para que podamos vivir una vida semejante a la de Dios, hablando todo aquello que creamos y en lo que tengamos fe.
Se da cuenta, de qué importante es que tengamos una fe que no tenga interferencias, ni ídolos?
Y cuando me refiero a ídolos, no me refiero solamente a las imágenes que muchos hacen de aquellos a quienes consideran santos, sino que de Dios mismo llegamos a hacer un ídolo e incluso un amuleto.
Es un hecho, que hemos hecho de Dios mismo un amuleto, recurrimos a Él solo en los momentos de necesidad y somos capaces de comprometer nuestra comodidad y hacer sacrificios con tal de recibir aquello que necesitamos o queremos, de modo que lejos de tener una relación con Dios, simplemente recurrimos a Él como un ídolo del cual incluso nos jactamos, pero del cual en realidad no sabemos nada, ya que no nos interesa lo que tenga que decirnos, seguramente es aburrido y religioso y pensamos que es bueno decir que no somos religiosos tampoco.
Dios nos dejó muchos mandamientos, pero el primero habla de amar a Dios sobre todas las cosas, con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra alma y con todo nuestro ser y lo condicionó a que lo amemos sin verlo, pues en la explicación de este mandamiento en el capítulo 20 del libro de Éxodo, nos aclaró que no desea que hagamos tributo a ninguna imagen, ni siquiera una de Él que habita en los cielos.
Hay quienes deciden hacer imágenes de aquello o aquellos en quienes tienen fe, a pesar de que esto rompe con el mandamiento de Dios, hay quienes deciden hacer de Dios su “saca de apuros” ó su mandadero, o bien hay quienes hacen ídolos de los atributos de Dios, pues es la excusa perfecta para actuar de acuerdo a su propia voluntad, como aquellos que dicen “Dios es amor”, y hacen de ese amor que es un sentimiento un ídolo atribuyéndolo a Dios, siendo que Dios no nos habla del amor filios, ni del eros, sino del amor ágape, que no es descriptible sino expresable, como Dios lo es.
Si lo nota, la idolatría es algo que nos acosa y nos rodea constantemente y lo hace porque tenemos una tendencia a creer en lo que vemos, pues los medios así nos tienen acostumbrados, si no lo vemos, no lo entendemos y no lo creemos, pero pocos están dispuestos a creer como Dios nos enseña a creer y como nos es natural, solo es cuestión de que lo intentemos y veremos lo fácil que esto es.
Aquel que dijo que había que ver para creer, se perdió de la mejor parte de Dios y será recordado por ello.