A lo largo de mi vida, he visto a muchas personas conocer a Yeshúa (Jesús) y hacerle el Señor y salvador de su vida y posteriormente vivir la buena doctrina, es decir la manera correcta de vivir de acuerdo a la palabra de Dios y no de acuerdo a las religiones o a las opiniones de otras personas, pero también he visto a muchas personas acercarse a Dios y alejarse después de un tiempo porque no recibieron aquello que esperaban, o su vida no cambio de acuerdo a su expectativa y lamentablemente esto es más común de lo que imaginamos.
Creo que casi todas las personas pasan por una etapa de enfriamiento espiritual, y se “alejan» y todo tiene que ver con lo mismo, con el enfrentarse a la constante desilusión acerca de las cosas que “deben” de pasar una vez que se acercaron a Dios, pero la pregunta del millón es: verdaderamente se acercaron a Dios?, o solamente se acercaron a la iglesia?, ya que el acercarse a Dios trae como consecuencia el funcionar como iglesia, no el acercarse a una, pero el acercarse a una iglesia, no necesariamente tiene que ver con el acercarse a Dios y se lo voy a explicar.
Desafortunadamente y desde siempre ha sucedido que las personas somos altamente competitivas y nos gusta que lo espiritual se nos note, como si eso nos diera algún tipo de ventaja, ya sea para con Dios o para con las demás personas, como si la admiración o la opinión de otros nos hiciera mejores o nos asegurara un lugar en la eternidad a un lado de Dios, o su favor, o qué se yo, pero en realidad, todo lo que hace es alimentar nuestro ego y nos hace creer que estamos en una mejor posición que los demás y aunque sea por un momento nos hace merecer el respeto y la admiración las personas, mas no de Dios, solo de los hombres.
De alguna manera, hemos perdido el sentido de las cosas que Dios espera de nosotros y hemos olvidado que generalmente las cosas en el mundo funcionan de manera completamente contraria a como funcionan en el Reino de los cielos, y para muestra están aquellas personas que exigen a Dios una señal para demostrar que existe o bien que es su voluntad que las cosas que esperamos sucedan, pero la Biblia nos enseña que las señales son las que seguirán a los que creen y no como sucede en el ejemplo anterior, donde los que dicen creer, necesitan la señal para hacerlo.
De la misma manera muchas personas tienen la idea de que por el hecho de estar ‘bien” con Dios, nos tienen que pasar cosas “buenas”, casi casi como si fuera un intercambio por ser “obedientes”, siendo que pocos entienden el término “estar bien con Dios”, y por lo general se refieren a no pecar o hacer cosas “malas» visibles a los demás, siendo que Dios lo que verdaderamente pesa son nuestros corazones y no nuestras acciones.
Por tal, no hay tal cosa como “estar bien con Dios”, sino lo que verdaderamente debiéramos perseguir es el dominarnos a nosotros mismos, el no atrevernos a contaminar nuestro corazón, nuestra mente y nuestra boca con cosas que no edifican y no llevan a ningún lado, el asegurarnos que nuestro interior sea más puro y mas limpio que nuestro exterior y lo que los demás ven y que estemos en constante intimidad con Dios, en donde escuchemos su voz de manera continua la cual nos orienta y la cual nos valida.
El dominio propio tiene que ver con el hecho de anteponer a Dios a nuestra comodidad, a nuestra opinión y aun a lo que entendemos como a lo que tenemos derecho, para que en segundo lugar esté nuestro prójimo quien es el primer beneficiado de nuestra intimidad con Dios y por último estamos nosotros quienes dejamos de estar pidiendo y quejándonos de lo que no tenemos y de lo que nos falta, ya que el favor, la abundancia y las señales de Dios nos persiguen y nos llenan de cosas mas abundantes y especiales de lo que pudiéramos desear o pedir.
Por tanto, nuestro objetivo en la tierra no se mide por las riquezas que acumulamos, ni por la influencia que logremos, ni por la admiración que logremos de otros, sino por el dominarnos a nosotros y permitir que Dios y su voz sean lo primero en nuestro escalafón de intereses y la incapacidad retener lo que recibimos de Él traducido a la necesidad de comunicarlo y darlo a los demás para luego vivir como verdadero testimonio de lo que la Biblia promete.
Por tanto, si usted ha estado esperando a que su relación con Dios le dé frutos o se note, está haciendo lo equivocado, su objetivo está en buscar su dominio propio y hacer que lo mucho o lo poco que tiene, tanto propio o de parte de Dios, beneficie a los que le rodean para que pueda empezar a reflejar a Dios y a imitar a Dios y por medio de ello empiece a cumplir con el propósito que Dios diseñó para usted.