La Biblia nos enseña que la paga del pecado es la muerte, y si lo nota, no hace diferenciación de pecados, no los categoriza y no los pone unos por encima de los otros, ni nos dice que hay unos peores que los otros, simplemente el pecado nos pone en riesgo de morir eternamente.

Es un hecho que conocemos que hay 7 pecados capitales o pecados mortales, pero eso no está fundamentado en la Biblia, fueron decretados por el Papa Gregorio Magno en el siglo sexto y entiendo que fue con una excelente intención, ya que la humanidad se encontraba hundida en el oscurantismo y la ignorancia total, las personas actuaban sin consciencia sin saber que todo lo que hacían era deleitarse en los placeres carnales y arriesgar su vida eterna, mas no podemos decir que son estos 7 pecados sean los únicos que nos pongan en riesgo de morir.

Y no pretendo hacer controversia acerca de categoría de los pecados, sino quedo hacer enfoque en su efecto final, la muerte, eso nos lleva a entender que para Dios un mentiroso es igual que un asesino y que todos tenemos la necesidad de Jesús para poder ser limpios ya sea de una mentira o del mas cruel de los asesinatos, pero sabe, el perdón de Dios tampoco tiene medidas, eso quiere decir que así como nosotros no podemos defender nuestro pecado y decir que es menor que el de otros, Dios tampoco se jacta de haber perdonado a unos mas que a otros, Él simplemente dio a su Unigénito para salvarnos a todos aquellos que le recibamos como nuestro Señor y Salvador y pongamos conscientemente nuestro pecado delante de Él.

La Biblia nos enseña que nacemos muertos en espíritu y nos enseña que adicionalmente nuestro pecado cotidiano nos mantiene en esa condición, nos mantiene atados a la tierra por medio de nuestra carne y esto no se refiere a los pecados que tengan que ver directamente con ella, sino a nuestra naturaleza humana que nace y muere en la tierra y nunca la dejará.

Pero piénselo de esta manera, Dios siempre nos ha enseñado que en su presencia las cosas son mejores, de hecho la Biblia declara que en su presencia hay plenitud de gozo, y por tal oraciones como le famoso Padre Nuestro, empiezan reconociendo el lugar donde Dios habita y nos anima a subir a la presencia de Dios donde todo es perfecto en vez de atraerlo entre nosotros en medio de la inmundicia en la que vivimos y para ello necesitamos suplir con la condición del Reino de los Cielos, la santidad.

Una vez que nos queda claro que la condición de la tierra es el pecado y es lo que nos mantiene en ella (si no, moriríamos físicamente para vivir eternamente), entendemos que la santidad (y no me refiero a ser buenos, sino a apartar nuestro corazón para Dios que es muy diferente) es lo que nos da acceso a la presencia de Dios.

Y esto no significa que todo es hecho bueno cuando “estamos con Dios”, esto significa que Jesús lo hace todo nuevo, es decir, borra nuestro pasado, para que este no nos estorbe en nuestra mente y en nuestro corazón a la hora de pretender entrar a su presencia, nos permite que no haya nada que nos distraiga al santificarnos (apartarnos para Dios) y que la culpa no nos haga una ala jugada.

La cita de hoy nos dice que dependemos de Jesús para salir de la muerte y poder subir a habitar y gobernar juntamente con Él, y que vivamos en la dimensión radical de lo blanco o lo negro, en el bien o en el mal y no en lo gris como muchos pretenden.

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