Hace unas semanas escribía acerca de que normalmente tenemos una tendencia a quererlo medir todo y entre esas cosas queremos medir nuestra relación con Dios, nuestra santidad y la bendición que recibimos y a la que tenemos acceso, como si eso nos hiciera mejores que otros o que nosotros mismos en un tiempo pasado, pero sabe, eso es imposible, Dios vive en un lugar donde todo es absoluto, donde todo es abundante y donde nada se mide y es esa la manera que Él anhela que aprendamos a vivir desde esta tierra, para que cuando vayamos a habitar en su presencia constante, estemos acostumbrados a lo que es el Reino.

En la tierra, solemos acumular todo, dinero, propiedades, amistades, recuerdos, en fin todo tipo de cosas materiales, morales y sentimentales, y tenemos la idea de que entre más tengamos de lo que sea, mas afortunados somos en esa área, y esto sin darnos cuenta también lo llevamos al área de nuestra relación con Dios.

Al pensar en esto, no puedo evitar pensar en los Israelitas cuando Dios los sacó de Egipto y los llevaba por el desierto, los Israelitas estaban convencidos de que era Dios quien los había había hecho libres, pero aún no estaban convencidos de depender de Él, aún no confiaban lo suficiente en Dios, ya que durante 400 años pensaban que tenían una relación con Dios cuando en realidad no había sido así, y no fue sino hasta que clamaron que Dios decidió responderles y sacarles de la esclavitud.

Por tanto Dios decidió mostrarles como funcionan las cosas en su Reino y como es que tenían que cambiar su mente terrenal y limitada por una mente de Reino, por lo que decide proveerles del famoso “maná” del que todos hemos escuchado, el cual no era otra cosa que pan que caía del cielo y que tenía un sabor y una consistencia específicos, como solo las cosas del cielo lo tienen.

Dios hace caer este pan del cielo y les advierte a los Israelitas que solo recojan aquello que pueden comer, que no lo guarden y no lo almacenen, Dios estaba a punto de hacer que los milagros fueran algo cotidiano en la vida de los Israelitas, es decir, Dios a partir de ese día haría lo imposible, haría caer pan del cielo todos los días, pero en vez de ver hacia el futuro, los Israelitas no vieron mas allá de sus narices como decimos en México y decidieron hacer todo lo contrario a las instrucciones que recibieron decidieron que recogerían tanto maná como fuera posible y lo guardarían para cuando ya no hubiera mas.

Obvio, como con todas las cosas que suceden cuando las hacemos sin consultar a Dios, esto fue un total y absoluto fracaso, el maná almacenado se echó a perder y se llenó de gusanos, de manera que lo tuvieron que tirar y aprender que verdaderamente caería maná del cielo cada mañana y que no debían de dejar de confiar en Dios.

Una de las cosas que nos cuesta mucho entender es que para que podamos tener una relación con Dios, tenemos que llenarnos de Él, y esto es algo que no sucede por magia ni es algo que se mida por sentir bonito, no, es algo que tiene que ver con un proceso que va mas allá de lo terrenal, es algo espiritual.

Y esto es así de sencillo de entender, lo espiritual es mucho mas simple, pero mas vasto a su vez que lo natural y que lo terrenal, Jesús mismo lo recordó a Satanás en el desierto, le dijo: No solo de pan vivirá el hombre, sino de cada palabra que sale de la boca de Dios.

Por lo tanto, cada palabra que está escrita en la Biblia, alimenta a nuestro ser espiritual, ya que cada palabra en ella escrita, salió de la boca de Dios, pero ojo!, recuerde que esa palabra viene de un Dios que es Espíritu y que aunque la veamos plasmada en un trozo de papel, no es como el resto de las palabras y de los libros escritos sobre la tierra, el alimento que Dios nos da por medio de su palabra es exactamente igual que el maná que cayó del cielo, solo tiene caducidad de un día, es decir, si tratamos de guardar esa palabra para alimentarnos varios días, nos daremos cuenta que no la podemos acumular, ya que se llenará de pensamientos y dudas que la descomponen y que le quitan vigencia y validez, y no es que la palabra de Dios deje de tener validez, sino que al día siguiente, hay nueva palabra, con nueva revelación, con nuevos beneficios para nosotros si así decidimos creerle a Dios.

Creo que usted y yo hemos escuchado en un sinnúmero de ocasiones la cita de hoy, todos en algún momento hemos dicho “las misericordias de Dios son nuevas cada mañana” y lo hemos dicho sospechando que quiere decir, pero no estando seguros de que se trata, pues esto que le cuento es una de esas explicaciones tangibles de lo que se trata esta cita, la misericordia de Dios tiene que ver con esa voz, con esa enseñanza con ese nuevo tema que Dios quiere enseñarnos que no podemos acumular, pero que nos hará crecer de una manera que sin darnos cuenta, nos permita entrar en una vida de Reino en la que los milagros y las cosas que son cotidianas donde Dios habita, sean cotidianas en nuestra vida a pesar de vivir en un lugar donde no lo son.

Mi invitación de esta mañana es a eso, a que se levante cada día con el objetivo de aprender algo nuevo de Dios y entender mas de su Reino, pero que no se afane en entenderlo todo o en acumularlo, hágalo siempre con la consciencia de que al día siguiente habrá algo nuevo y algo fresco que Dios quiere y necesita que usted aprenda.

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3 Comentarios

  1. excelente . me bendijo mucho gracias por dejarse usar por Dios

  2. ORLEANS

    no debemos dejar pasar ni un dia, en el que nos alimentemos de la palabra, Dios tiene un mensaje nuevo y muy fresco para cada uno de nosotros cada dia de nuestras vidas.

  3. Jessica Hdz.

    Muchas Gracias René 😀