Todos los días nos enfrentamos con la misma lucha de nuevo, esa constante lucha de dominarnos a nosotros mismos y poder parecernos cada día más a Dios o cuando menos, ser mas agradables a su vista, pero siempre nos queda la pregunta de como es que se hace eso?

Sería genial que tuviéramos algún tipo de medidor que simplemente nos dijera cual es el estatus de nuestra relación con Dios y que nos dijera que tan agradables somos, pero a la vez nos preocuparíamos, pues sucede que Dios es un Dios absoluto, que no se anda con medias tintas y que le agrada el extremo de la santidad, eso querría decir que la mayor parte del tiempo no nos veríamos nada bien.

Qué fundamentos tengo para decir esto?, sencillo, cuando Dios perdona nuestros pecados por medio de la sangre de Jesús, no perdona solo unos pecados si y otros no, y no tardó tiempo en perdonarlos y los evaluó uno por uno, el perdón de Dios es inmediato, es absoluto y es completo, de manera que nada queda fuera de Él y cada vez que vamos delante de Él a pedir perdón salimos santificados, limpios y sin mancha, regresamos a nuestro estado original a su imagen y semejanza.

En otras palabras si se puede, si existe esa condición santa, el problema es que aun siendo santos o encontrándonos en una condición de santidad, no estamos acostumbrados a pensar de una manera santa y no estamos acostumbrados a mantenernos en santidad y es por una simple y sencilla razón.

Estamos acostumbrados a competir con Dios…

Sé que esta frase puede parecer rara o incluso se puede usted estar sintiendo confrontado por ella, pero piense en esto, todos los días de nuestra vida, tratamos de ser mejores por nuestros propios méritos, todos los días intentamos más y más el ser buenos, y lo hacemos para que las personas no vean en nosotros y para que Dios de paso nos bendiga.

Es interesante el entender que todos los días nos preocupamos por ser “buenos” y hacer que alguien lo reconozca, sin recordar que en realidad el que deposita esa cualidad de bondad en nosotros es Dios, el problema es que estamos demasiado acostumbrados a hacer las cosas a nuestro modo y no al modo de Dios.

Es por eso que las personas batallan tanto en escuchar la voz de Dios, pues piensan que es algo que se puede alcanzar, siendo que en realidad es algo que es natural en nosotros y siempre lo hemos podido hacer, pero el ruido en nuestra mente y la vida cotidiana nos han distraído de ello, es Dios quien nos habla todo el tiempo y nosotros quienes no lo escuchamos, pero luego nos quejamos de que es Él quien no nos habla!, le ha sucedido?

En otras palabras, las cosas de Dios son cuestión de Dios, a nosotros solamente nos toca el tener una verdadera y genuina intención de acabar con nuestro pecado para llevarlo delante de Dios y permitirle a Él que lo limpie por medio de la sangre de Jesús y posteriormente permitir que la santidad que nos es regalada haga su efecto y atraiga todas esas cosas que la Biblia nos promete (qué son esas cosas”, hay que leer la Biblia para descubrirlas), y darnos cuenta, que entre menos hagamos, más hará Él por medio de nosotros, es así como nos convertimos en instrumentos, piénselo de esta manera, el serrucho está siempre listo para cortar, pero no lo puede hacer por si mismo, necesita una mano que lo utilice, así nosotros, todo lo que necesitamos es prepararnos para la santidad y luego ser utilizados por Dios, ya que nuestras buenas intenciones y nuestra iniciativa pueden ser los peores enemigos de nuestra fe.

Note como la cita de hoy habla precisamente de eso, nos dice que ni aún las cosas que Dios habla por medio de los hombres (profecía), puede ser provocada por los mismos hombres, solo sucede cuando están en estado de santidad para ser utilizados como instrumentos, por tanto, no tenemos que ser buenos, tenemos que ser santificados por Dios para que lo bueno pueda fluir por medio de nosotros.

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