Muchas personas confunden lo que es la religión con lo que es una relación con Dios y es algo bastante común, ya que solemos estar mas expuestos a la religión que a una relación con Dios desde pequeños.

Lamentablemente la religión por lo general se basa en una serie de reglas, lineamientos, comportamientos esperados y en muchas ocasiones prohibiciones, sobre todo esto último, que hace que muchas personas prefieran no acercarse, ya que a pocos les gusta que les prohiban cosas y mas cuando las perciben como naturales, parte de ellas o simplemente siempre han estado ahí desde que nacieron y no sabrían como prescindir de ellas o no las perciben como algo malo o que pudiera desagradar a Dios.

La verdad es que no hay una religión que sea la adecuada, lo único que nos acerca verdaderamente a Dios es una relación con Él, pero esto solo sucede por medio de conocer quien es Él y que es tanto lo que espera como lo que tiene para nosotros.

Las religiones normalmente son tajantes, nos dicen lo que es bueno y lo que es malo, y dependemos de la opinión de alguien mas para saber si vamos bien o si vamos mal, el problema se suscita cuando no estamos dispuestos a poner a consideración de la religión nuestro comportamiento y nuestra manera de vivir, y esto por lo general sucede cuando nuestra consciencia misma nos dice que algo no esta bien, pero no estamos dispuestos a admitirlo frente a alguien más o nos causa vergüenza el que nos veamos vulnerables ante algo que nosotros no podemos dominar.

También nos sucede que hay cosas que están ahí desde que nacimos, y que una parte de nosotros sabe que no esta bien, pero que otra parte no entiende como es que algo que ha estado ahí desde siempre pueda ser malo, a nadie nos gusta auto-denominarnos como “malos” y creemos que “Dios así nos creó”, lamentablemente o afortunadamente (dependiendo desde que perspectiva lo vea) no es así, ya que Dios creó al hombre puro, pero este ha pecado y muchas veces nacemos con las consecuencias del pecado de las generaciones previas a nosotros, por ello, muchas veces, nuestra vida puede estar llena de cosas que no son agradables a Dios, pero que siempre han estado ahí en nuestra vida y simplemente no las podemos controlar, de alguna manera, son parte de nosotros.

Es en ese punto donde debemos de tomar consciencia en nuestra vida de fe, no podemos guiarnos solo por lo que sintamos o pensemos, es en el momento que debemos de hacer caso a esa pequeña voz que hay dentro de nosotros que de alguna manera (aunque sea muy sutil) rechaza nuestro comportamiento o aquello que nos ha hecho reflexionar y llevarlo delante de Dios y cotejarlo contra su palabra, note que lo que le mencioné son 2 pasos:

1.- llevarlo delante de Dios, es decir, orar, preguntarle a Dios que es lo que opina acerca de nuestra situación, nuestro comportamiento o aquello que nos aqueja, con la consciencia de que Dios nos responderá.

2.- cotejarlo con la palabra de Dios, es decir, primeramente buscar si la palabra de Dios habla específicamente acerca del tema y saber que es lo que Dios dictó al respecto o bien, si recibimos respuesta de Dios, ya sea por medio de un pensamiento, o la palabra de alguien mas o que se yo cual sea la manera que Dios quiera hablarnos, y buscar su relación con la palabra, ya que no hay nada que Dios pueda hablarnos que no vaya alineado con su palabra.

Una vez que hayamos hecho estos dos pasos, es donde se pone interesante la cosa, que pasa si Dios nos hace ver que un comportamiento que ha estado ahí desde siempre es desagradable delante de sus ojos?, como cambiarlo, o cambiarlo por que?

Aunque parezca difícil, es mas fácil de entender y llevar a cabo de lo que parece, piense en esto, Jesús desde que nació llevaba sobre si la carga del pecado de los hombres, no solo los pecados que ya habían sido cometidos, sino también los que se habían de cometer, es decir, todo eso por lo que Él murió ya estaba ahí desde su nacimiento y supo que como hombre no podía hacer nada por ello, solo tenía que esperar el tiempo, enseñarnos como vencer al pecado desde la tierra, vivir una vida gloriosa en ella y asegurar nuestro lugar en la eternidad, para dejarse ayudar por el Espíritu Santo.

Entienda que Jesús al venir a la tierra no tenía ninguna facultad mayor a la que tenemos usted y yo, Él se hizo hombre y no podía hacer mas que los hombres, pero aprendió a morir a su propia voluntad y a su propias fuerzas para darle paso al Espíritu Santo para llenar su vida del poder de Dios, y eso justo es lo que usted y yo podemos hacer, cuando identificamos que algo que ha estado ahí desde siempre como desagradable delante de los ojos de Dios, y esto a su vez pareciera mas grande que usted, solo es necesario entregarlo a Dios, y esto no quiere decir que decimos que lo entregamos y luego nos olvidamos, sino que tenemos que entender que es lo que queremos cambiar y luego reconocer que en nuestras fuerzas no podemos hacerlo, y justo en ese momento pedir a Dios que intervenga, pero con la firme intención de que Él haga y Él lo cambie, sabiendo que no descansaremos hasta que lo haya hecho.

Muchas veces esa parte de reconocer que no podemos y la de perseverar para que Él haga, queda fuera de nuestro esquema y es por eso que no suceden las cosas que oramos, pero justo cuando permitimos que el mismo Espíritu que levantó a Jesús de entre los muertos intervenga, es cuando sucede lo sobrenatural, para Dios no hay cosas pequeñas, ya que aunque parezca insignificante, es el mismo Espíritu el que levantó a Jesús que el que nos asegura un lugar en la eternidad, y solo dándole paso a que obre en nosotros de manera consciente, es que podremos ver su poder.

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2 Comentarios

  1. Rene:
    ¿cómo le hago para renunciar a mi voluntad? osea, ¿qué tengo que pensar o hacer o dejar de hacer? he oido en todos lados que hay que renunciar a nuestra voluntad para que el espiritu santo se manifieste en nosotros, pero nunca he entendido cómo puedo lograr eso
    Le pido que me explique por favor
    Gracias 🙂

    • Rene Giesemann Ilsem

      Es sencillo, de nada te sirve renunciar a tu voluntad si no conoces la voluntad de Dios, el conocer la palabra te va a profundizar en aquello que Dios espera de ti, medita en el efecto eterno de tu voluntad y comparalo con la palabra, las respuestas llegarán solas

      bendiciones