Hace algunos años me invitaron a bucear y decidí tomar el reto, aunque en realidad estaba mas temeroso que animado, como es de suponerse ante una situación desconocida y sobre todo porque tiene que ver con sumergirse en lo profundo del mar.

Pero no dejé que el miedo me venciera, si iba a aprender a bucear, lo iba a hacer bien, así que mi primer contacto con el mundo del buceo sería mi certificación de buzo de aguas abiertas, un entrenamiento que duraría 3 días.

Para esto, me dejé aconsejar por mi buen amigo Luis Carlos, quien además me animaba a hacerlo y me inscribí en el curso de certificación  a solo unos minutos de mi casa.

Previo al curso, me dieron una serie de vídeos que tenía que ver, me los llevé a casa y cual fue mi sorpresa al verlos que era sumamente fácil todo lo que ahí de decía, incluso me enojé, había malgastado mi dinero en un curso «patito»?.

Total después de ver el vídeo en 2 ocasiones para asegurarme no perderme de nada, me dirigí al hotel cercano de mi casa a tomar mi primer lección de vídeo, la cual, no le voy a mentir, fue bastante aburrida, yo esperaba mas acción, mas prevención acerca de peligros, solo esperaba que empezara la sección de cosas «difíciles», la cual jamás llegó, oh que desencanto!, estaba a punto de dejar mi lección de buceo y desperdiciar mi dinero, que a esas alturas consideraba ya desperdiciado.

Al segundo día, por fin algo de acción, bucear en la piscina, el maestro había prometido que si hacía bien la primera lección, podríamos hacer la segunda en el mar, cerca de la playa lo cual daba yo por hecho, ya que todo parecía tan fácil, yo estaba ansioso por ponerme el tanque, las aletas y comenzar!, y no pasé un minuto en el agua cuando estaba a punto de ahogarme!, si yo!, quien ha tomado lecciones de natación desde que tengo uso de razón, aquel que no le tiene miedo al agua!, el que se quejaba de que todo lo anteriormente aprendido no era lo suficientemente retador!.

Mi instructor de buceo no hacía mas que reírse, y después de un poco mas de una hora en el agua, tuvo que admitir «esto va a tomar un poco mas de lo normal», la verdad me sentía hasta cierto punto humillado, no sabía que hacer, pero no lograba concentrarme, respiraba como loco debajo del agua y el equipo de buceo era incomodisimo, además de que hacía o que flotara por completo o que me hundiera por completo en una piscina de solo 1.2 metros!.

Después de un largo rato, mi instructor decidió cambiar de estrategia, me sentó a un lado de la piscina, me quitó el equipo de buceo y me habló de manera directa y me dijo algo mas o menos asi:

René, pon mucha atención, una de las cosas mas importantes que tienes que aprender al momento de bucear, es que para bucear solo tienes que hacer «nada», cuando escuché eso, no lo entendí y el lo notó, a lo que repitió, si, debes de hacer «nada», y luego me explicó, que en el buceo, solo tienes que aprender a regular tu respiración y a hacer el mínimo de movimientos bajo el agua, ya que entre mas te muevas, mas aire vas a necesitar, y mas pronto vas a tener que salir del agua, además, el buceo es un deporte de observación, si estas ocupado «siendo bueno en el buceo», te vas a perder de las maravillas que hay allá abajo y se supone que ese es el fin de sumergirse, en otras palabras «te estas esforzando demasiado».

No le voy a decir que lo entendí a la primera, pero conforme fui aprendiendo a hacer «nada», me fue mas fácil cada vez el dominar el arte de bucear y lo mas importante el apreciar las maravillas que hay allá abajo del agua, de manera que hoy en día es uno de mis pasatiempos favoritos.

Con Dios no es distinto, y no es que El nos meta en problemas, pero si los permite, no para ver cuanto aguantamos, ni cuan fieles somos, sino para que experimentemos algo similar al buceo, a que solo respiremos profundo y hagamos «nada» y podamos apreciar su poder y su grandeza, que podamos dimensionar el papel que El hace como Dios y como todo aquello que esta escrito y prometido en la Biblia es verdadero y lo más importante es para nosotros.

La cita de hoy habla de esa parte del carácter de Dios, es su anhelo que nos dejemos ayudar por El, pero no solo eso, sino que El nos esfuerce, que El nos ayude, que El nos sustente, y que nosotros simplemente nos dejemos y hagamos «nada».

A Dios le gusta actuar, pero le gusta mas actuar por medio de nosotros, para que de esa manera podamos ser actores y observadores a la vez de cosas sobrenaturales y asombrosas, de las cuales podamos admitir y darnos cuenta que por nuestras propias fuerzas, jamás las habríamos podido hacer, pero que si hacemos «nada» y ponemos atención, El las hará en nuestra vida y por medio de nosotros.

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