En la antigüedad el apellido era algo distinto a lo que es hoy, si eras hijo de Fernando, te apellidabas Fernandez, si eras hijo de Gonzalo, te apellidabas Gonzalez, y era un sistema que hoy en día podríamos entender difícil de descifrar, pero era facil distinguir los lazos familiares por medio de seguir los apellidos y nombres de los padres para poder identificar una familia.
Hoy en día, obvio heredamos los apellidos de nuestros padres, pero las cosas han cambiado, hay quienes prefieren apellidarse como la madre y no de manera oficial, pero usan ese apellido, así también, hay mujeres que al casarse no toman el apellido de su marido, con la idea de conservar su individualidad o no se que, pero entonces como esperan que los distingan como una familia?.
No es mi papel el criticar a nadie que haga las cosas de manera distinta a como yo las entiendo, por el contrario, es mi interés el llevarle a meditar al respecto que hacemos lo mismo con Dios.
Por un lado nos cuesta trabajo admitir nuestra relación con Dios cuando la tenemos, no le puedo enumerar las veces que he escuchado «soy católico pero no participante», «soy cristiano pero no religioso», «voy con mi familia a la iglesia pero mi familia es la que en realidad va a todos los eventos», es como si no quisieramos tomar el apellido de nuestro Padre al convertirnos en sus hijos por medio de la confesión de fe.
Dios tiene un anhelo, que le reconozcamos como Padre, que tomemos su apellido, es decir, como en la antigüedad, y como en un matrimonio, El anhela que se nos note por la calle que El esta de nuestro lado y nosotros con El, que en lo que hablemos, su palabra se deje ver su presencia en nuestra vida, que nuestro vivir este lleno de sus inevitables muestras de favor y bendición.
La cita de hoy nos habla de Moisés, que decidió seguir esta invitación de Dios, de manera que plantó un altar y declaró «Yahvé Nissi» (Yo soy tu estandarte), es decir cuando vieran a Moises, verían siempre a Dios, ya que como en un ejercito, siempre al frente de los soldados va el estandarte, así iba Dios con Moises, siempre por delante.
Muchos pretendemos emprender proyectos, superar problemas y situaciones difíciles, o luchar contra hábitos o maldiciones en nuestra vida y «oramos» pidiendo a Dios que intervenga, pero no le llevamos como Moisés, como nuestro estandarte, no le llevamos por delante, ni como algo importante, sino como un cumple caprichos o un mandadero.
Dios en su manera de ser, lo planeó así, que El fuera nuestra identidad, así como un apellido, así como un estandarte, así como una tarjeta de presentación.
El día de hoy le quiero invitar a reflexionar acerca de su situación, y piense en todas las necesidades u oraciones que no han sucedido o sido respondidas como esperaba y piense si en realidad ha invocado a Yahvé Nissi y si ha tomado la identidad que Dios le da por medio de su personalidad de estandarte suyo.