Es interesante reflexionar acerca de nuestra relación con Dios, ya que en ello podremos notar cuanto le damos oportunidad a El de aportar y cuanto realmente lo hacemos nosotros a nuestra manera sin tomarle en cuenta.
Cuando tenemos un sueño, un anhelo, o el mas simple deseo, solemos invitar a Dios, a que permita que suceda, o bien a que ponga los medios para que asi sea, y no puedo generalizar, pero he comprobado que la gran mayoría de las personas lo hacemos así, cuando llega esa respuesta por la que oramos a lo mejor, algunos se acorarán de darle gracias por haber permitido para que sea el medio para que llegara ese beneficio, y después ya no le involucramos en el proceso de disfrutarlo, ya que lo tomamos como nuestro o como si solo nos perteneciera a nosotros, de manera que si por alguna razón lo dejamos de disfrutar luego le pedimos a Dios que nos lo quite!.
Es sencillo, hay quienes oran por casarse, pero una vez casados, viven su matrimonio a su manera, y cuando tienen problemas, vuelven a orar, ya sea para que les ayude a resolverlos o para que les ayude a salir de ese matrimonio, pero en el ínter no tomaron en cuenta a Dios, hay quienes piden por un trabajo, agradecen por el, pero no le invitan a que vaya a trabajar con ellos todos los días, y se sorprenden que ese trabajo este lleno de problemas después, o que las cosas no salgan como esperaban.
La mayoría de las veces este tipo de oraciones son unilaterales, es decir, solemos pedir y creemos que la respuesta de Dios es el que suceda o que no suceda, como si las únicas palabras que Dios supiera pronunciar fueran «si» y «no», pero se olvidan de que Dios es el mejor de los conversadores, solo que no lo solemos invitar a nuestras pláticas.
La cita de hoy me ha hecho detenerme a pensar y a reflexionar, ya que nos da la garantía de que Dios estuvo involucrado en nuestras necesidades desde antes de que las tuviéramos, pero por ello también anhela que le hagamos parte de toda la situación, es decir, que si oramos por una casa, lo invitemos a vivir en ella, pero no solo eso, también quiere ser tomado en cuenta en la decoración, en los preparativos para la recepción de las primeras visitas que recibamos, y todo lo que en ella suceda.
Dios tiene un carácter especial, le gusta ser parte de todo, durante todo el tiempo y no tenemos porque hablarle como si El fuera ajeno a nuestra vida o a la situación por la que pasamos, El ha estado ahí siempre desde antes y seguirá aun después de nosotros, solo que no le hemos tomado en cuenta en nuestra vida cotidiana, solo esperamos sus soluciones, pero pocas veces le hacemos parte del proceso.
Mi invitación es que reflexione sobre ello, y haga ese ejercicio de involucrar a Dios en su vida cotidiana, no puedo decir que no lo haga, pero le garantizo que si hace un análisis detallado, siempre encontrará un área donde hay mas espacio para Dios en ella, invite a Dios a estar en su vida como si fuera una persona física que anda con usted a todas partes y reciba el beneficio del Dios que es el principio y el fin de todo suceso y de toda cosa buena.