Ayer tuve la oportunidad de ver una película que además de ser una de las mejor logradas cinematográficamente, me dió una gran lección de vida.

La película trataba acerca de los sueños, en como se había desarrollado una tecnología que permitía que varias personas entraran al sueño de otra persona e interactuar con esa persona dentro de su sueño y la cosa se complicaba aun mas porque dentro de ese sueño podían entrar al sueño de alguno de los que ya estaban dentro del sueño y así sucesivamente, lo interesante de los sueños de ésta película es que tenían un requisito, los escenarios de cada sueño tenían que estar diseñados por un arquitecto, es decir, tenía que haber un plano pre-diseñado y pre-armado de el territorio en el que se estaría durante el sueño, para poder mantener el control de la situación, a su vez cada una de las personas que participaba en estas sesiones de entrar a los sueños tenían un tótem, así llamaban a un objeto que les permitiera diferenciar la realidad del sueño, y poder saber si estaban soñando o estaban despiertos por el grado de complejidad de cada sueño.

Al principio cuando comencé a ver la película, sentía cierta angustia al no saber si estaba viendo una escena dentro de un sueño o en la realidad, pero veía como el personaje central de la historia, tenía siempre una cara de confianza, y fue ahí donde lo entendí!, el sabía que al final de cuentas y sin importar que tan difícil se pusiera la situación, siempre iba a tener que despertar.

En nuestra vida cotidiana no es distinto, pero a veces no nos atrevemos a salir del sueño y enfrentar la realidad, y a diferencia de la película, la realidad no es la que queremos creer o ver, la realidad es que hay un Dios que nos promete victoria constante y continua, nuestra realidad es aquella donde el actor principal es un Dios todopoderoso y sobrenatural que va mas allá de nuestro entendimiento y que hace que las cosas salgan siempre bien y a favor de aquellos que deciden creer en El.

En la película había una mujer, la cual insistía en creer en que estaba soñando y nunca supo discernir entre el sueño y la realidad al grado que perdió la vida pensando que estaba en un sueño.

Nuestros problemas son como los sueños, tan grandes, tan complejos, tan abundantes y tan extremos como nosotros los queramos hacer, al igual que en la película había un arquitecto que construía los escenarios para los sueños, nosotros solemos construir los escenarios para nuestras situaciones difíciles y problemas, de manera que podamos «tener» siempre el control de lo que sufrimos y lo mal que la pasamos, y no nos atrevemos a ver ni pensar fuera de ello.

Dios nos enseña en su palabra, que es solo El quien puede darnos una paz que sobrepasa todo entendimiento, es decir, mas allá de lo que podemos controlar, creer e incluso imaginar, y es Dios quien se encarga de ser esa certeza de que siempre regresaremos a esa realidad que El diseñó para nosotros y que es sobrenatural, así como los de la película sabían siempre que regresarían a la realidad y que su «tótem» les daría esa confirmación de que estaban despiertos.

Dios pretende eso, el quiere ser esa realidad para nosotros, el quiere además ser ese «tótem» y darnos siempre señales de que hacemos lo correcto y de que no estamos divagando dentro de nuestros pensamientos y nuestros propios problemas.

Dios ama la verdad, de hecho su palabra nos dice que El es la verdad, y la verdad nos dice que El es mas grande que nuestros problemas, y que eso nos debe de dar paz, y la paz no es la ausencia de problemas, sino la certeza de que El esta en control, sin importar lo difícil que se vea nuestra situación, siempre en El hay una salida y por ello nos recordó en su palabra que el es «Yahvé Shalom» (Yo soy tu paz), para que siempre que nos encontremos en alguna situación que nos saque de esa realidad y nos ponga en riesgo de caer dentro de la arquitectura o sueño moldeado por nosotros llamado problema, recordemos nuestro totem que nos pondrá de nuevo en esa realidad de libertad, verdad y victoria.

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