Recuerdo que en alguna ocasión le conté esta anécdota, pero creo que vale la pena repetirla:

Hace ya bastantes años, hubo un fuerte apagón y no había corriente eléctrica además había una fuerte tormenta, por lo que la noche se presentaba muy atemorizante para mi hermano y para mi, que en ese entonces eramos solo unos niños, mi padre vio eso y nos llevó a todos al cuarto de estar, trajo un par de velas y unas mandarinas, y nos reunió a platicar, para hacernos sentir bien, pero los truenos del cielo, el agua que caía a cántaros y la falta de electricidad nos distraían de ello, por lo que empezó a platicar y doblaba en 2 cada pedazo de la cáscara de las mandarinas, de manera que el líquido que salía de ellas tocara la flama, eso hizo que el olor a mandarina se exponencializara y robó toda nuestra atención, de manera que logró que enfocáramos nuestra atención en el y a lo que nos platicaba y no a lo que sucedía a nuestro alrededor.

Mi padre sabía perfectamente que la corriente eléctrica regresaría pronto, solo era cuestión de tiempo, y la tormenta no era mas fuerte que en otras ocasiones, pero se dió cuenta de nuestro temor y tomó cartas en el asunto y nos hizo sentir protegidos y desde nuestra perspectiva de niños, se convirtió en nuestro héroe una vez mas.

Me imagino que al igual que yo, muchos de los que leen estas líneas, tienen recuerdos gratos acerca de sus padres dándoles esta sensación de protección y tranquilidad, pero sabe, y no lo digo con presunción, pero pocos tenemos este tipo de anécdotas con Dios, pocos tomamos el tiempo en medio de situaciones amenazantes o difíciles de enfocar nuestra atención a Dios y no a lo que nos amenaza o preocupa, y solemos andar como almas en pena preocupándonos y creyendo que ponemos nuestras cargas en Dios solo porque las mencionamos repetidamente, cuando en realidad no es así.

Me encanta que Dios se tomó el tiempo de darnos ejemplos para cada situación de nuestra vida, imagínese, Abraham deseaba con todo su corazón ser padre y habían pasado ya 99 años y nada sucedía, de hecho, el sabía que si en su juventud no había podido tener hijos con su mujer, en su vejez era mas que imposible, pero su deseo de ser padre era aun fuerte y latente, hasta que le dió verdadera entrada a Dios en su asunto y éste vino a el y le dijo «yo soy el Dios todo poderoso (Shadai), anda delante de mi y sé perfecto», en otras palabras le dió a conocer de El una faceta que no conocía el ser poderoso sobre todas las cosas, le dió  a conocer el nombre que usa cuando tiene esta actitud, Shadai y con esto logró que Abraham quitara su atención de todos los factores que iban en contra de la posibilidad de tener hijos y lo enfocó en El (en Dios) y le dió instrucciones para que caminara delante de El, es decir, que se diera cuenta que era observado todo el tiempo por Dios y le dijo que fuera perfecto, es decir que enfocara sus esfuerzos en complacer a Dios y no en estar dándole solución a un asunto que no estaba en sus manos.

Se de muchas personas que tienen nombres especiales para Dios, mi amiga Liliana en torreón le llama «Chuy», otros en su afán de tocar su corazón le llaman «Diocito» o «Papi», pero Dios nos dejó un instructivo de como llamarlo en cada situación, para todo aquello que parece imposible, nos dejó el nombre de «Shadai» que refleja su carácter de todo poderoso e invencible, de milagroso y sobrenatural, me lo imagino yo (esto es mi apreciación personal) que se debe de sentir raro cuando toma su actitud todo poderosa y le llamemos con un diminutivo que signifique todo lo contrario que su grandeza, no lo cree?.

Así como hizo mi padre en aquella noche de tormenta, Dios anhela distraerle de sus problemas, hacerle sentir protegido y que todos sus problemas están resueltos por mientras El se hace cargo de la situación, el quiere ser su Shadai, el quiere que lo vea usted como su héroe y su única solución.

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