Por alguna razón tenemos esa creencia de que Dios nos castiga cuando las cosas no nos salen como esperábamos, o cuando algo a nuestro entendimiento no es bueno, pero pocas veces vamos a la presencia de Dios a preguntarle si la situación por la que pasamos es de su autoría o no, le suena familiar?.
Como lo comentaba en el devocional de ayer, una relación íntima con cualquier persona requiere de una gran comunicación, y de igual manera sucede con Dios, no podemos seguir pensando que tenemos una relación estrecha con Dios y decir «Dios por algo hace las cosas», no funciona así y más aun cuando no lo hacemos de esa manera con los hombres.
Esto me lleva a recordar a cierta persona que fue engañada por su esposo, y aun años después le seguía cuestionando el porque de su engaño, no le puedo asegurar que el fuera quien no le respondía adecuadamente o si ella era quien no escuchaba la respuesta que quería escuchar, pero el matrimonio se disolvió por falta de una respuesta concreta, si esto puede llegar a suceder entre personas que se ven y se tratan físicamente, como podremos sacar adelante una relación con un Dios al que no vemos físicamente y que nos conformamos con respuestas que suponemos que vienen de El?.
La cita de hoy es una que me ha ayudado a salir adelante en muchas ocasiones, ya que al igual que usted me he cuestionado en un sin numero de ocasiones si merezco por lo que estoy pasando o si Dios tiene que ver con mi desventura, pero la palabra de la cita de hoy ha sido un verdadero refresco a mi alma, ya que me deja clara cual es la personalidad de Dios.
La palabra de Dios nos enseña que Dios primeramente es fuerte, es decir, a diferencia de nosotros, El soporta los engaños, las traiciones, los desencantos, las desilusiones, El antes que otra cosa nos conoce y conoce nuestra naturaleza, por lo cual sabe que tendemos a pecar y a ser débiles en nuestras decisiones, por lo cual su corazón fuerte le da entereza y no permite que su amor por nosotros decaiga en ningún momento.
También la palabra nos enseña que Dios es misericordioso, es decir que sabe perfectamente que es lo que merecemos a causa de nuestra actitud y nuestro pecado, pero por su sacrificio en la cruz y su resurrección lo ha perdonado y no nos da aquello que merecemos de acuerdo a su ley, pues nos ama demasiado como para cumplir lo que en esa ley está escrito.
Dios es piadoso, es decir, tiene corazón de pollo, le es difícil decir que no cuando sus hijos vienen a su presencia a pedir perdón, le es imposible negar el perdón a la creación que ama (nosotros).
Y una de las mas emocionantes de sus características de su carácter, es tardo para la ira, es decir, a diferencia de los seres humanos que pensamos y sentimos con nuestras almas, y nos sulfuramos a la mas mínima provocación, lo que nos hace almáticos, Dios es Espíritu, El tiene un dominio de su ser y más aun que su amor por nosotros, esta la fidelidad a su palabra, por ello, a menos que usted haya recibido reprensiones directas de Dios en un par de ocasiones, no va a experimentar tal cosa como un «castigo por parte de Dios», ya que Dios no castiga a menos que sea esencial para salvaguardar su vida (la de usted y la mía) y esto con el propósito de asegurar nuestra vida eterna a su lado.
Le invito a que se lleve esta cita de tarea, recuérdela cada vez que se vea en aprietos y piense que Dios le castigó, si lo hace, estoy seguro que si a la vez se detiene a observar la situación detenidamente, se dará cuenta que la situación no es un castigo, mas bien es un engaño montado por su enemigo para distraerle de los verdaderos propósitos de Dios y de su verdad.
Le regalo la cita de hoy como un salvo conducto para las situaciones adversas de la vida y para que experimente la verdadera paz, de manera que recuerde siempre las características del carácter de Dios cuando piense que éste le dió las espalda.