Ayer me hicieron una pregunta interesante acerca de lo que es el pecado y que hacer con el resultado de nuestro pecado y me percate de que existe una confusión acerca de ello.
Un pecado no tiene nada que ver con el hecho de cometer un acto o no, es decir no hace falta el engañar físicamente a nuestro esposo o esposa para ser un adultero, sino que el adulterio sucede en nuestra mente, además pasamos mas tiempo pecando en nuestra mente que realizando el pecado en si, y una vez que cometimos algo en lo físico, es de lo que menos nos podemos arrepentir y llevar delante de Dios, ya que nosotros mismos no lo entendemos, pero si lo piensa, y reflexiona, si podemos entender incluso como llegamos a ese pensamiento y cuanto tiempo invertimos en El.
Pecar es muy cansado, es desgastante, ya que nos toma horas y horas de pensamientos, desde el percibir el pecado en nuestra mente, el sentirnos culpables y luchar con el sentimiento de culpa, el aferrarnos a ello, a repasar los detalles y por fin hacerlo, es como planear un robo, los ladrones piensan en robar, luego identifican el lugar, calculan todos los riesgos etc., etc., y por fin cuando realizan el robo no es mas que un acto de un par de minutos.
La cita de hoy nos habla de que el ladrón es decir Satanás, no vino sino a hurtar (robar), matar y destruir, y sabe, el no vino a robar nuestra paz, o no vino a robar nuestra felicidad (creo que ni la conoce) lo principal que el disfruta robarnos es nuestro tiempo.
Si reflexiona usted cuanto tiempo pasa pensando en pecar y cuanto tiempo tiene que negociar con su culpa y con aferrarse a pecar, si lo piensa bien ese es tiempo precioso que podría invertir de miles de maneras, pero la principal es en presencia de Dios, por eso luego le parece tan difícil el ponerse a orar, leer de Dios y hacer las cosas relacionadas con Dios ya que Satanás ya le robo el tiempo en su alma y esta saturada de el.
Este fin de semana le invito a reflexionar en ello, cuanto tiempo dedica a las cosas no edificantes en su mente y en su corazón, y compárelo con el tiempo que dedica a orar aunque sea por usted mismo, ojo no a fingir que pide a Dios, sino a estar en su presencia, si usted es de aquellos que aun piensa que orar y estar en presencia de Dios es muy difícil, lo único que le sucede es que su alma ha sido secuestrada por alguien que le impide tener el control de ella, pero solo es cuestión de que la recupere, por medio de fijarse nuevos hábitos y ejercitar su fe, así podrá tener esa vida en abundancia de la que nos habla y promete Dios.