Una de las cosas que he aprendido a disfrutar a lo largo de mi caminar en Cristo es a identificar cuando es que Dios esta haciendo algo en los corazones de las personas, de hecho es simpático ya que se nota en la sinceridad de las expresiones que hacen y sus muecas, y esta semana no fue la excepción, tuve la oportunidad de reunirme con amigos de mucho tiempo y afortunadamente Cristo se convirtió en el centro de la reunión por mientras cenábamos en un restaurante.

Dentro de los asistentes se encontraba Paola, quien antes no era sino la «hermanita» de una amiga muy cercana, quien ahora en conjunto con su marido, tengo la fortuna de contar con su amistad, y desde que la vi, supe que Dios haría algo especial en ella esa noche, sus caras y sus muecas fueron aumentando, hasta hacer de ellas, autenticas carcajadas mientras por otro lado sembraba en su corazón claridad y aplicación de la palabra de Dios a su vida cotidiana y fue un ejemplo que le quiero compartir el dia de hoy, ya que no solo fue muy grafico, sino que estoy seguro le ayudara a entender el efecto que tiene la muerte y la sangre de Cristo en su vida y en la mia y como es que Dios nos ama de una manera distinta a como nosotros lo entendemos y percibimos.

Todo empezó cuando hablábamos de porque las personas se veían impedidas de recibir el favor de Dios, ya que la culpa y la condenación se hacen presentes en sus vidas y esto sucede porque no nos queda claro cual es el efecto del amor de Dios por medio de su misericordia y su gracia en nosotros.

Lo he mencionado en ocasiones anteriores en este espacio que la misericordia de Dios no es otra cosa que el no recibir lo que mereceríamos a causa de nuestro pecado y la gracia, es el que recibamos cosas que no merecemos por causa de nuestro pecado, pero en una aplicación cotidiana seria:

Imagine que hay una esposa (en este caso nosotros como hijos de Dios) y un esposo (Dios) y la esposa avisa a su esposo que ira de compras y el esposo advierte a la esposa acerca de usar cierta tarjeta de crédito con cierto limite de compras (invitación a la obediencia), pero, una vez en el centro comercial, la esposa se topa con par de zapatos que rebasan no solo el limite a gastar sugerido por el esposo, sino rebasa el limite de crédito de la tarjeta de crédito, de manera que toma la otra tarjeta que tiene un saldo mas alto y un precio mas alto en comisiones del banco (esto lo hacemos cuando ignoramos las indicaciones de Dios y hacemos lo que nosotros opinamos que debería de ser) y compra los zapatos, una vez en casa, los esconde por un par de semanas esperando el momento perfecto para estrenar los zapatos en una ocasión perfecta y hacer creer al esposo que en alguna ocasión se menciono la compra de los zapatos y que el haya estado de acuerdo en ello (como si el no se percatara del gasto, siendo que es el quien paga la cuenta de la tarjeta de crédito como si pretendiéramos engañar a Dios si el contabilizo los pecados por los que tuvo que derramar su sangre), de manera que aun sabiendo que ella obro mal, el calla por amor, esperando que ella se lo confiese, y cuando ella considera que es el tiempo, arma su historia y monta la escena de la debelación de los zapatos nuevos (justificación), el esposo mira y observa y solo comenta la realidad de la situación dejando en claro la desobediencia de su mujer, mas en ningún momento pide que la mujer vaya a la tienda a regresar los zapatos, por el contrario, solo espera que ella reconozca que hizo mal, y con eso basta para permitirle conservarlos, y confiar en que no sucederá de esa manera nuevamente, es decir, el no hacer que la mujer retorne los zapatos y evitar la vergüenza de hacerlo, es misericordia, es decir, a partir de esta fecha ella podrá usar los zapatos de manera diaria, verse bella a pesar de que la manera como los obtuvo fue poco honorable.

La gracia de Dios, la podríamos interpretar de la manera siguiente, el esposo anima a su mujer a arreglarse y se da cuenta que esos zapatos no solo le quedan bien, sino que parecen cómodos y parecen hacerla feliz, por lo que la anima a ponérselos y ojo!, no lo hace para que ella recuerde que hizo mal en comprarlos, lo hace para hacerla sentirse cómoda, bella y admirada por el, y decide llevarla a la misma tienda a comprar un bolso o un cinturón que hagan juego con los zapatos que compro y hacerla lucir, aun cuando en realidad no merecía siquiera portar los zapatos ya que la motivación de comprarlos no fue la adecuada, el que reciba ahora el bolso o el cinturón o incluso ambos, es gracia, ya que recibe algo que en realidad no merece y libre de reproche o reclamo.

Lo único que nos va a impedir de disfrutar las cosas de la vida, es la culpa y la condenación, pero sabe, esas no tienen que ver con Dios, si nosotros hacemos como la esposa del ejemplo, y reconocemos nuestra desobediencia, en ese momento nos convertimos en objeto de la misericordia de Dios, no nos pedirá ir atrás y deshacer nuestro pecado, como obvio no seremos invitados a repetirlo, Pablo el apóstol nos advierte de ello en la palabra de Dios claramente (Heb 10:26-39), pero si logramos hacer ese reconocimiento delante de Dios genuino, seremos objetos de misericordia y libres de condenación, para que así, estemos preparados en nuestro corazón para recibir gracia, ya que nuestra honestidad y humillación ante la verdad y el compromiso de enderezar nuestros caminos es el boleto gratuito para recibir favores y beneficios mas grandes por parte del Padre de lo que merecemos e incluso esperamos.

En esta mañana, le invito a que identifique estas situaciones en su corazón, si aun su vida esta llena de suposiciones de lo que le pudiera o debiera o no agradar a Dios, le invito a que tome su biblia, descubra la verdad, reconozca sin justificar su pecado y permita que su pecado sea justificado por la sangre de Cristo para que pueda al igual que mi amiga Paola hacer grandes muecas de asombro ante el descubrir cuan asombrosas y deliciosas con la misericordia y la gracia de Dios en su vida.

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