En la vida existen muchos mitos a los que la gente teme, algunos son ciertos, la mayoría son falsos o una simple leyenda, pero una cosa que tienen en común es que la gente les teme, y en realidad les teme, porque son desconocidos, no saben que efecto tienen en ellos o podrían tener, la mente les hace jugarretas de las consecuencias que podrían tener, por tanto es un temor común, el temor a lo desconocido…
Menciono el temor a lo desconocido como un mito, pues es algo sin comprobar, es algo que sirve mas como excusa que como un argumento, ya que no es cierto que temamos a lo que desconocemos, tememos a lo que nos conviene desconocer, y sabe porque lo digo?.
Hay quienes no saben las intenciones de las personas con las que se meten y sin embargo a pocas horas de conocerlos acceden a tener relaciones íntimas con ellas, hay quienes no conocen el efecto inmediato y las secuelas que puede traer el consumo de ciertas sustancias y sin embargo se atreven a probarlas, hay quienes no conocen el impacto espiritual tan tremendo que trae el asistir a que les lean las cartas e ir con los adivinos, no sospechan siquiera la repercusión y maldición que eso atrae a sus vidas y a las de las generaciones futuras y sin embargo y lamentablemente es una usanza cada día más común, hay quienes no se dan cuenta lo delicado que es hacer un simple clic frente a la computadora y cómo algo que parece sencillo como entrar a una página pornográfica es la entrada a un mundo desconocido que abre la puerta a una cadena sin fin de pecados, más aún así las personas lo hacen, o simplemente, hay quienes creen que contar una mentira «piadosa», no se dan cuenta que una mentira lleva a otra y entran a un mundo completamente irreal y que absorbe y que no trae otra cosa que vergüenza y condenación y lamentablemente es una práctica que realizamos a diario.
Tomando en cuenta lo anterior, queda mas que claro que no es que temamos a lo desconocido, tememos a lo que queremos temer y fingimos demencia de lo que queremos hacerlo.
Creo que coincido con todas las personas con las que platico que acercarse a Dios es bueno, pero la mayoría tiene miedo, como si fuera algo desconocido y ponen un sin fin de pretextos para no hacerlo o hay quienes se escudan ante el argumento «casi bíblico» de «aún no es mi tiempo».
Sabe usted cual es la diferencia entre una y la otra situación?, es fácil de entender, y se lo voy a explicar.
En toda relación existen 2 participantes, pero creemos que las cosas que son desagradables a Dios, las hacemos solos y que nadie se va a dar cuenta, actuamos como si Dios no nos viera, ya que muchas veces medimos nuestra cercanía con Dios por medio de las personas que cierta autoridad espiritual o conocimiento de la palabra, y cuando nos vemos expuestos por la situación «desconocida» en la que nos encontramos, podemos fácilmente echarle la culpa al diablo.
Por el contrario, en el acercamiento con Dios, todos en alguna ocasión hemos experimentado el amor de Dios de alguna manera y nuestra alma sabe perfectamente que en esta relación jamás estaremos solos, y que nuestra contraparte (Dios) es fiel y no nos dejará, es decir tenemos miedo porque sabemos que no tenemos el grado de compromiso que El tendrá y nos sentimos expuestos por nuestro pecado y pensamos que El nos juzgará por ello, cuando no es así.
La cita de hoy habla de como es en realidad nuestra relación con Dios, no es una situación desconocida, ni pretende que cambiemos, ni que seamos personas distintas a las que somos, ya que eso significaría admitir que Dios se equivocó al crearnos y no nos creó imperfectos, pero nos dio una voluntad propia, en la que podemos tomar decisiones que solo serán correctas o incorrectas ante nuestro propio juicio, ya que El no nos juzgará en esta vida por ello, El todo lo que quiere es que entremos a una dimensión no desconocida, sino a una dimensión en la que nos dejemos enamorar por El, en la que permitamos que El nos vaya mostrando quien es en realidad El y como nos ama, hasta que estemos por completo seducidos.
En este día le quiero invitar a que si nunca se ha dejado seducir por Dios, lo haga, déjese convencer por Dios, es muy sencillo, solo hace falta el decirselo, El se encarga del resto, y si ya lo hizo, permítase que El le recuerde como es que lo ha seducido y como lo puede seducir aun más.