Tuve la oportunidad de venir unos días a visitar a mi Madre a la ciudad donde crecí, dentro de la rutina que hicimos en esos días, decidimos que por las noches caminaríamos por la ciudad para bajar la cena y tener un tiempo para platicar y así hicimos cada día que estuve con ella.
Mientras caminamos me percate de muchos negocios que están ahí desde que tengo memoria, negocios que probablemente comenzaron aun cuando la generación de mi Mama era joven, negocios que dieron estudios a la generación previa a la mia y aun a mi generación y que aun seguían abiertos, pero también, muchos que ya no lo estaban.
Esto llamo mucho mi atención, ya que vi que muchos de estos negocios, solo funcionan parcialmente, es decir, siguen vendiendo lo mismo que vendían hace 15, 30 o 40 años, y siguen siendo atendidos por las mismas personas, pero ya no tienen clientela que los visite, de hecho al meditar sobre ello llegue a la conclusión que a pesar de que recuerdo perfectamente estos establecimientos y recuerdo desde que era niño a las personas que atienden y atendían estos lugares, no recuerdo haber jamás comprado algo en ese lugar…
Es interesante pensar que estos lugares eran frecuentados por personas de otras generaciones y que prácticamente sus clientes han ido falleciendo y no ha habido nuevos clientes para estos establecimientos, aun cuando algunos de ellos hicieron nuevas fachadas, remodelaron el lugar donde estaban, pero no cambiaron la esencia de lo que vendían, es decir, no se renovaron conforme su mercado o sus clientes potenciales lo hacían.
No pude evitar que viniera a mi mente la cita de hoy, ya que ha personas que viven de esta manera, tienen un encuentro con Dios o crecen sabiendo algo de Dios o conociendo algunas características de su personalidad y probablemente en su vida vayan a una iglesia o a la otra, probablemente les agraden unas cuantas citas que escucharon o leyeron de la biblia, tal vez incluso pertenezcan a asociaciones o instituciones de beneficencia, y hagan labor altruista, pero la esencia y lo que Dios renueva o pretende renovar constantemente que es nuestro entendimiento acerca de El, no es cambiado porque no lo permiten.
Cuando veo estos establecimientos, llenos de anaqueles y estantes semi-vacíos con personas de edad avanzada solo esperando a que algún cliente llegue a comprar alguna de sus mercancías, me imagino a las personas con sus tiendas espirituales, llenas de anaqueles de esperanza semi-vacíos, cuidando de ellas para que no se consuman muy rápido, no vaya a ser que lo poco que les queda se les vaya de las manos y se queden sin esperanza.
Afortunadamente nuestro Dios es un Dios dinámico, que no le gusta que nos acostumbremos a El, nunca nos hablara de la misma manera y siempre tienen algo nuevo y emocionante para enseñarnos en su palabra y en nuestro ponerlo en practica.
Mi invitación de este día es a que observe su vida espiritual cuide que no le suceda como los establecimientos de lo que les hable y cuide que su mercancía espiritual siempre este fresca y cambie conforme a lo que Dios pretende de usted para bendecirle.