Tengo que confesar algo, no me gusta ir al cine, y es por 2 razones en particular, por un lado, porque no me gusta pasar el tiempo encerrado en un lugar a oscuras el tiempo que podría emplear en dedicarle efectivamente a las personas con las que iría al cine y el otro es porque no me gusta llorar en publico, tengo una gran debilidad ante las escenas tiernas, de amor, tristes y de esas que hacen que a todos se nos vidrien los ojos, aunque en especial a mi.

En prevención ante tal situación he creado en casa mi propio cine, con todas las comodidades y mas de las que ofrece el cine (mis palomitas son altamente recomendables) y sin necesidad de estar a oscuras o exhibirme al soltar alguna lagrima impertinente, de hecho soy el colmo, el otro día hasta me enternecí con un capitulo de Grey’s Anatomy (una serie de médicos que pasa en la televisión).

Después de tan terrible escena me quede pensando en ello, y reflexionaba acerca del porque era tan fácil que las escenas tiernas o tristes nos afectaran, una de las razones, es porque cuando vemos una película, nuestra intención esta 100% enfocada a la escena y de cierta manera logramos ponernos en los zapatos de los personajes, llegamos a casi escuchar lo que piensan y a sentir lo que sienten en ese momento y es por eso que sus sentimientos nos sean contagiados.

El día de ayer estaba en intimidad con Dios, y hubo un momento en el que me encontré de frente a la cruz, y en por momento vi lo que el Padre veía, sentí lo que el Hijo sentía y podía sentir por cada milímetro de mi cuerpo el efecto del Espíritu Santo, en ese momento, lejos de lo que usted imagine, no sentía dolor, no entendía sufrimiento, por el contrario quede abrumado por el amor que corría por todo ese lugar, cuando las lagrimas me permitieron ver de nuevo, solo vi una cruz vacía, y al verla tenia un sentido totalmente distinto, y en ese momento lo supe, que de ahora en adelante, cada vez que vea una cruz en cualquier lugar, me será recordada la escena mas tierna, mas amorosa que jamás haya existido y que ya nunca podré pasar por enfrente de una cruz sin poner toda mi atención y todos mis sentidos en ella.

Hay quienes ponen cruces en las iglesias, en sus casas, arriba de sus camas, incluso hay quienes las traen colgando de su cuello o de su celular, pero pocos han pensado en lo que representa, pocos ponen tanta atención a la escena que representa la cruz que les suceda como a mi y a muchos nos pasa al ver una escena de amor, si la observáramos de cerca y con detenimiento, veríamos la mas grande escena de amor jamás interpretada, que es digna de que interrumpiéramos lo que fuera que estuviéramos haciendo, para dejar rodar una lagrima, dar gracias y gloria a aquel que la interpreto por nosotros sin importar las consecuencias y con la confianza del efecto eterno en nuestra vida.

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