Hay un dicho que reza «no dejes para mañana, lo que puedes hacer hoy», y tiene mucho sentido ya que nos habla sobre aprovechar nuestro tiempo, solo que lo usamos mas con la idea no cargar el día de hoy con cosas de ayer, pero la verdad es que podríamos tomarlo desde una perspectiva diferente, que podría ser el hecho de que tal vez no lleguemos a mañana, y que lo que no logramos hacer, quede inconcluso por siempre, no importa lo grande o importante que pudiera ser.

O bien, podríamos tomarlo desde la perspectiva de Dios, ya que pocas veces tenemos a Dios dentro de nuestros planes, de hecho y lamentablemente tenemos a Dios en nuestra vida mas que otra cosa para ayudarnos, mas allá de para servirle, imagine si hiciéramos de nuestra oración un verdadero habito, donde tuviéramos como básico nuestra comunicación efectiva con El de mañana y de noche, en donde cada noche, nos pusiéramos verdaderamente a cuentas con El y que no empezáramos el día sin haber tenido un dialogo con El, sin haberle platicado nuestros anhelos y haber recibido instrucciones precisas sobre lo que espera de nosotros para ese día.

Hay historias de la biblia que me emocionan, una de ellas es la muerte de Moisés, ya que estaban a punto de entrar a la tierra prometida y Dios había hablado a Moisés diciéndole que no entraría a dicha tierra, y le llevo al monte y le explico que al día siguiente moriría, y este murió con paz en su corazón, ya que sabia que había cumplido cada día la voluntad de Dios y que literalmente no le quedaba nada por hacer, no le quedaba nada pendiente y no tenia asuntos por resolver, simplemente murió.

Creo que usted y yo aun no nos podemos dar ese lujo de saber que moriríamos mañana, creo que tenemos tantas cosas de tantos ayeres por resolver, hacer y cumplir, que no nos alcanzaría una década para resolverlos y no porque son muchas cosas, sino porque tenemos esa cultura de «dejar las cosas para mañana».

Hoy seré breve, ya que después de escribir este devocional me iré a poner en oración este tema, pero le quiero invitar a lo siguiente, ore y ore por ser como Cristo excelente, ore para que Dios le hable, pero que no sea un evento esporádico y especial, sino todo lo contrario, que sea algo diario, cotidiano y glorioso, de manera que pueda usted diario recibir instrucción sobre el día y al final de cada uno de ellos pueda rendir cuentas y recibir paz, se dará cuenta de cuantas cosas había dejado de lado y como el servir no es algo para «los que están mas cerca de Dios», sino para aquellos que están dispuestos a hacer de Dios alguien diario, cotidiano y siempre fiel.

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