Hay quienes piensan que vivimos en un mundo natural con una alternativa espiritual que nos puede ayudar, pero la realidad es otra, vivimos en un mundo espiritual con una alternativa natural que es este mundo en el que vivimos, es decir, la Biblia nos enseña que nosotros no somos de este mundo, venimos y fuimos creados en el mismo lugar en el que habita Dios y venimos a habitar en los terrenos de Satanás, por ello le han llamado «el Príncipe de este mundo» ya que es el quien gobierna este lugar, por tanto si usted tomase este mundo «natural» como su realidad principal, de cierta manera estaría adoptando una naturaleza que no le corresponde y despreciando una naturaleza superior que le fue dada por Dios.

Por tanto, y entendiendo nuestra naturaleza espiritual, nuestro enfoque debería estar en lo espiritual, es decir deberíamos conocer e interesarnos por todo lo que es de Dios, para ejemplificarle seria como el hijo que es adoptado y aunque le trataran de la mejor manera en la casa que le acogió y le amaran, siempre tendrá la inquietud de al menos saber de donde viene y cuales son sus verdaderas raíces, es algo inevitable, así mismo, tenemos una naturaleza espiritual y debemos de tener esa inquietud de saber quienes somos y de donde venimos para poder entender nuestra verdadera identidad y le voy a explicar porque:

La Biblia nos enseña que además de Dios, hay uno que conoce a la perfección la palabra, ese es Satanás, ya que también alguna vez fue parte de la corte celestial y dirigía cantos a Dios, hoy uno de los atributos de Satanás es ser nuestro acusador, ya que como habitamos sus dominios, pretende arrebatarnos para si, y cada vez que cometemos algo contrario a la voluntad de Dios (descrita en la palabra), va delante de Dios y nos acusa con la intención de que Dios le de autoridad sobre nosotros.

Por tanto es importante que no nos dejemos engañar por nuestra aparente realidad, ya que aunque vivimos en esta tierra, nos regimos por reglas que vienen de casa, es decir del lugar al que verdaderamente pertenecemos y al que todos pretendemos ir cuando terminemos nuestro tiempo en donde nos encontramos, por eso mismo es que tenemos que tener cuidado cuando nombramos nuestras cosas o nuestros actos como «agradables a los ojos de Dios», ya que sin darnos cuenta podríamos estar cometiendo un grave error.

Diariamente me topo con personas que dicen «yo creo que a Dios le agrada lo que hago», «no soy una mala persona», «Dios me cuida y me quiere», pero en realidad no están seguros de lo que dicen, ya que no tienen un soporte para ello, estas situaciones me preocupan mucho, ya que nos podemos confundir, Satanás es un ser que viene de lo celestial y sabe como son las cosas de Dios y tiene poder que le fue dado en ese tiempo y no le fue quitado cuando salio del reino de los cielos ya que Dios así lo promete, y por tanto decide fingir ser «ángel de luz» para confundirnos y hacernos pensar que lo que hacemos es bueno y se aprovecha para engañarnos y desviarnos del propósito que Dios tiene para nosotros que obvio es un propósito  espiritual o mas bien celestial.

Es por eso que necesitamos estar alertas y al pendiente de lo que pasa a nuestro alrededor, nos puede suceder que nos confundamos y que seamos devorados por Satanás quien nos acosa como león rugiente, es decir, esta buscando mil y un formas de engañarnos, para luego devorarnos.

La Biblia nos habla de que hay y habrá quienes se perderán y pasaran la eternidad en el reino de las tinieblas o infierno, como guste llamarle, y por mientras sigamos en esta tierra, seremos acosados hasta el ultimo de nuestros días para desviarnos hacia allá, no existe una manera de dejar de ser tentados sino hasta que hayamos muerto, y ese dia, nuestro destino habrá sido marcado, no importa cuantos rosarios nos recen o cuantas plegarias eleven por nuestra alma (que por cierto es desagradable delante de Dios), nos habremos perdido si no actuamos conforme a nuestra naturaleza celestial.

Así que  mi invitación de este día es a ser cautelosos, no nos dejemos engañar por las cosas que «parezcan buenas» o que «creamos que son agradables a Dios» pero que no estemos seguros, no hay mejor guía que la palabra de Dios para ello, no nos dejemos deslumbrar por aquel que se presenta agradable delante de nosotros y nos haga creer que todo esta bien, por el contrario alejémonos de el, ya que nos puede suceder que una vez ahí, nos muestre su verdadera personalidad y nos devore.

Persevere en lo santo, ya que es nuestra verdadera naturaleza, que en ocasiones olvidamos o en otras desconocemos.

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