El devocional de hoy lo escribo con gran aflicción, hace días que medito acerca del tema de hoy y le aseguro que he tenido que reflexionar detenidamente acerca de mis relaciones con las personas que me rodean y a las que declarado que amo.

Hace unos días hablaba con alguien que simplemente dejo de amar alguien mas, después de un tiempo de evaluar sus prioridades, tras pensarlo mucho y tras haberse «cansado» de amar y haberlo intentado «mucho», y no crea que encierro las palabras en comillas por ironía o con alguna intención de exhibir las actitudes de esta persona, sino mas bien, porque son palabras que hacen ruido en mi cabeza y en mi corazón y que me alertan, me hacen preguntarme a mí mismo y a Dios «se puede uno cansar de amar?», «se puede dejar de amar?».

 Que preguntas tan difíciles de contestar para los hombres, que respuesta tan fácil de parte de Dios, y a la vez que respuestas más distintas de ambas partes!

 A lo largo de mi vida me he percatado y cada vez más frecuentemente que las personas dicen dejar de amar a otras personas, pero me llama la atención que igual de rápido de como se enamoran, se desenamoran… bueno… en realidad, el enamoramiento poco tiene que ver con el amor, ya que seguido nos enamoramos de algo o de alguien que nos hace sentir esas mariposas en el estomago, algo o alguien que nos hace sentirnos bien o importantes, pero sabe, una de las radicales diferencias es que no podemos amar algo, solo a alguien, sin embargo, cada día las personas se enamoran mas y aman menos, es como si las cosas pasaran de moda, al igual que las personas.

 Cuando se ama, se llega al nivel de la entrega total, en donde el otro vale igual que uno y se está dispuesto a todo por esa persona, hasta la vida se daría por ese alguien, así como lo hacen los padres por los hijos, asícomo lo hacen aquellos que han encontrado a esa persona con la que verdaderamente pasaran el resto de sus días y así como lo hace Dios con nosotros (uff, me pregunto… puedo decir que amo a Dios en reciprocidad y al nivel que El?).

Amar siempre ha sido, es y será siempre una decisión, uno decide amar, pero uno siente enamorarse (¡¿¡¿¡¿entiende la diferencia?!?!?!), es decir, cuando uno decide amar a alguien ya sea como amigo, como cónyuge e incluso como padre y definitivamente también como hijo, tiene que estar consciente que esa decisión tiene que ser para siempre, no solo cuando seamos correspondidos, no solo cuando lo sintamos,  y definitivamente si en los momentos adversos, en las decepciones y en aquellos días que las personas objeto de ese amor parecieran hacer todo aquello que nos provoque alejarnos de ellas.

¿Sabe por qué insisto tanto en decir que el amor es una decisión?, sencillo, cada vez que  pienso en mi vida diaria, cada vez que pienso en mi necedad, cada vez que pienso que no solo hago todo lo contrario a lo que es agradable a Dios y para mi bien, y aun así Jesús decidió morir por mí, aun por el pecado y el mal que ni he cometido, aun sin ser merecedor de ello, El, decidió aun así amarme y hacer todo por mi salvación y vida eterna, sin importar que en ocasiones o a menudo no es correspondido, aun  cuando somos y nos portamos como aquellos que le gritaban al pie de la cruz que demostrara que es Dios y que se bajara de ahí, aun así decidió no hacerlo por amor, por tanto, me impresiona de sobremanera, de hecho me aterra pensar el que hubiera desistido, que se hubiera bajado de la cruz, decidiendo que «dejo de amarnos»… Wow, mis ojos llenos de lagrimas me hacen recordar que no he sabido amar como El me enseña y cuanto me falta por aprender a amar, mi invitación de este lunes: no deje de amar, por favor, no se pierda de la mejor decisión de su vida, deje que aquel que nos amo hasta la muerte, nos enseñe como es que se ama verdaderamente.

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