El día de ayer en respuesta al devocional acerca de que Dios escucha nuestros pensamientos recibí un correo de Elizabeth de Monterrey, quien me hizo una pregunta que me pareció importante abordar por este medio.

La pregunta en especifico fue: ¿Los pensamientos también son un pecado?

La realidad es que sin un pensamiento previo no hay pecado, todas las acciones que cometemos tienen una escena previa en la mente, todo sucede una vez «virtualmente» por así decirlo y después se convierte en una acción.

Lo interesante es que no todos nuestros pensamientos se convierten en acciones, ya sea porque no nos atrevemos o simplemente por el hecho de que estamos expuestos a la critica de quienes nos rodean.

El hecho de que no nos atrevamos a ejecutar esa acción, puede repercutir en que usemos esa escena en nuestra mente para repetirla una y otra y otra vez y muy probablemente en algún momento terminaremos por no diferenciar la realidad y el pensamiento y simplemente ejecutemos la acción pues ya es una escena familiar para nosotros.

La cita de hoy nos invita a renovar nuestra mente que es donde radican nuestros pensamientos es decir, que reflexionemos en lo que pensamos y que cambiemos esos pensamientos por pensamientos de bien y edificantes, así notaremos que no solo nuestro interior cambia, sino nuestro medio ambiente, también y así dejaremos de sentirnos condenados todo el tiempo por nosotros mismos.

Lo mas interesante de todo es como termina la cita de hoy, ya que nos dice que si renovamos nuestra mente, entenderemos y comprobaremos cual es la voluntad de Dios en nuestras vidas, es decir, dejaremos de sospechar si fue Dios el que intervino en nuestra vida, o si simplemente tratamos de entender a Dios desde nuestro pasado y viejos hábitos sin simplemente entender y ver la verdad de El.

Esta mañana mi invitación es la siguiente: haga memoria de sus pensamientos mas repetitivos y analice porque son repetitivos, se dará cuenta que están relacionados con viejas heridas, errores del pasado y simplemente deseos que no hemos cumplido, evalúe esos pensamientos y decida si le son edificantes, si no lo son, simplemente cámbielos por nuevos y mejores pensamientos y déle entrada a Dios no solo a su corazón, sino también a su mente.

¡Comparte esta entrada, elige tu plataforma!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *