A menudo me encuentro con personas que tienen la impresión de que Dios está muy ocupado arreglando los problemas del mundo y que sus problemas (los de mis interlocutores) no son tan importantes por lo cual dicen no querer «molestarlo» con ellos y tratar de resolverlos por su cuenta, por otro lado  hay personas que no quieren hablar con Dios directamente y prefieren hacerlo por medio de intermediarios, como si estos tomaran nota de las peticiones y necesidades diarias de todos los que a ellos acuden y en su «audiencia diaria» con el Padre le solicitaran todos aquellos favores de los que pareciera no tener acceso a Dios.

En los tiempos de la biblia, Dios manifestó su deseo de tener una relación directa con cada persona del pueblo de Israel, pero el pueblo de Israel sabia que para llegar a la presencia misma de Dios tenían que estar perfectamente limpios no solo física sino espiritualmente ya que si no corrían el riesgo de morir a causa de la santidad de Dios, por lo cual decidieron decir a Dios que preferían hablar con El por medio de un «Sumo Sacerdote», y así sucedió desde ese día, Dios hablo al pueblo por medio de Moisés, no quiero imaginar la tristeza que sintió Dios de saber que en vez de tener la posibilidad de tener un contacto directo además de el favor y la bendición de Dios se conformaran mediocremente con que se les transmitiera el mensaje por medio de otro para así no tener que esforzarse por mantenerse limpio todo el tiempo.

Es una realidad que nadie puede llegar a la presencia misma de Dios sin estar limpio y con esto me refiero a un estado de santidad, el termino se escucha difícil, pero Dios mismo nos puso el remedio a esta situación, El envió a su hijo que a su vez es El mismo a que muriera en la cruz y que por medio de su sangre nuestro pecado fuera lavado, la palabra de Dios promete que aun el pecado que no ha sido cometido fue pagado ya por esa sangre, Dios nos dio la oportunidad de que hagamos uso de esa sangre cada vez que necesitemos o queramos para que así obtengamos ese estado de santidad y podamos entrar directo a su presencia SIEMPRE!.

La cita de hoy nos habla de que Cristo ese reconciliador entre nosotros y Dios para que jamás tengamos que esperar una audiencia o un tiempo especial para estar con Él, y además quito la necesidad de cualquier intermediario, Dios es nuestro Padre y quiere tener contacto constante, efectivo y de calidad todo el tiempo con nosotros, imagínelo de esta manera, imagine que nosotros hubiésemos decidido tener a alguien externo un tío o un vecino que fuera a hablar con nuestro Papa de cualquier asunto que necesitásemos cuando tenemos a nuestro Papa ahí directo en casa y con acceso todo el tiempo a él, ridículo, no?..

Lo interesante es que Dios es omnipresente, es decir esta en todos lados siempre, pero pocos le sienten en todos lados, la diferencia de ello es Cristo, El es la llave para poder sentir y usar esa presencia en todo momento y en todo lugar, El es la reconciliación entre nosotros y Dios, como dice la cita de hoy «les ruego se reconcilien con Dios»

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