Recuerdo perfectamente cuando era niño, siempre tenía grandes anhelos de lo que quería hacer cuando fuera grande, mi madre aun cuenta con una gran sonrisa la anécdota de cuando me acerque a ella cuando aun vivíamos en Alemania, y le dije «Mama, cuando sea grande quiero ser cartero, yo veo que cuando llega el cartero todos le sonríen y son felices, yo quiero que la gente se ponga contenta cuando me ve!», conforme fui creciendo mis objetivos se iban aclarando y termine siendo hotelero y no cartero, pero le puedo decir que el objetivo de mi trabajo es hasta el día de hoy el mismo, el hacer felices a las personas, justo ayer tomaba un café con Lalo mi Pastor y al escucharle recordé que también por eso vibra mi corazón, al tener una oportunidad de servir a las personas y poder contribuir  su felicidad.

Conforme crecemos vamos cumpliendo sueños y alcanzando metas, obviamente hay metas que son por así «predeterminadas» pero no obligatorias como el casarse y tener hijos, pero son metas que al igual que las laborales y las ministeriales que se cumplen solo una vez, cada vez es distinto, pero hay una parte de nuestras vidas que puede quedar en blanco muchas veces si no la atendemos adecuadamente y estas son las metas para con Dios.

Todos sabemos que es lo que queremos que Dios haga en nuestras vidas y si no lo sabemos, mínimo oramos un Padre que no me falte nada, salud, amor, familia, etc., pero ¿que hay de la meta que debemos o mínimo queremos alcanzar para con Dios?

Todos o bien la mayoría sabemos que cuando somos pequeños tenemos que ir a la escuela, y luego que terminemos tendremos que trabajar, después de eso o durante tal vez casarnos y tener hijos, es algo que nos queda muy claro y todos lo queremos, habemos quienes somos solteros cómodos, pero la realidad es que también queremos cumplir esa meta de casarnos, pero ¿quien nos enseña que es lo que queremos alcanzar o ser para con Dios?

Hay personas que no se acercan a las iglesias por este mismo motivo, no saben qué hacer además de recibir, que dan?, a quien se lo dan?, cuando se lo dan?, y existe la confusión de que porque recibimos de Dios tenemos luego que estar metidos en la iglesia, en las obras de la iglesia o bien sirviendo como Pastores o dejándolo todo a un lado como Sacerdotes o que se yo, pero le voy a revelar un secreto:

Todos estamos consientes de que Dios está en todos lados, es omnipresente, pero no todos lo sentimos y percibimos todo el tiempo, y eso tiene una razón de ser, Dios nos dio una meta, por la cual nos tenemos que esforzar, que es su presencia, nuestra meta renovable para con Dios es eso el poder aspirar esta delante de Él, ya que cuando esta uno ahí, solo pasan dos cosas, adoramos en espíritu y en verdad y recibimos paz, ahí es donde las necesidades personales quedan a un lado y entendemos nuestro propósito en Dios, el porqué y para que fuimos creados y porque tenemos que seguir perseverando en El.

La cita de hoy nos habla de que tenemos que aprender a ser imitadores de Cristo pero con un objetivo en especifico, el poder ser un olor agradable para Dios, lo ha pensado?, los olores no son perceptibles a la vista, solo el que los huele los percibe, así quiere Dios que lleguemos delante de Él, donde nadie nos ve, solo El nos percibe y con un corazón listo para adorarle, para que de regreso tengamos paz.

No sé qué tan avanzado vaya con sus propósitos para el 2010, pero le quiero invitar a lo siguiente, ponga como propósito estar delante de la presencia de Dios, en intimidad, donde solo usted y El lo sepan, si nunca ha estado ahí lo sabrá cuando entre, cuando todo pierda importancia y solo este El, cuando El sea todo lo que nos importa, no por lo que nos da, sino por lo que El es, se dará cuenta que ese lugar es adictivo y que siempre querrá estar ahí, y que ese es nuestro propósito en El, la diferencia con los propósitos que teníamos cuando éramos pequeños, es que este lugar es el mismo pero nuestro objetivo no expira es una meta renovada.

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