El otro día leí una frase que transformo mi vida, decía exactamente así: «un pecado no confesado es un pecado no perdonado».
Cuando la leí, me estremecí, no me quedo otra opción que darme cuenta que aunque soy una mejor persona que lo que era antes, aun hay muchas cosas en mi vida que aun tienen que ser cambiadas, hay cosas que no son buenas que se han logrado convertir en hábitos que afectan la persona que soy, pero sobre todo la persona que pretendo ser.
Creo que nadie nos consideramos malas personas, pero es una realidad que somos perfectibles, ya que tenemos pecados, dudas, hábitos y cosas que no nos agradan a nosotros mismos ni mucho menos a Dios, pero las acumulamos y las guardamos en un lugar donde tratamos de que no nos sean visibles y sin darnos cuenta se nos van acumulando al grado que cuando los volteamos a ver se semejan a una madeja enredada y no sabemos por donde empezar.
La cita de hoy nos enseña cual fue el motivo de Cristo y si se pone usted atención, la cita abunda en los detalles, y si cada uno de esos detalles lo desglosamos en cada uno de nuestros actos que refieren a estos puntos, ¡uff! Seria muchísimos (no se los suyos, pero al menos los míos si), por tanto, tenemos la oportunidad no solo de ser perdonados, sino restablecidos, pero la manera lograrlo y le aseguro, la única es confesándonos, y con esto no le digo que corra con su Sacerdote o Pastor local y listo, ya que ninguno de ellos tiene la facultad de perdonarlo, la confesión tiene que ser de corazón, de cara a cara con Dios y al mencionar que debe de ser de corazón, me refiero a que tenemos que reconocer ese acto como pecado y entendiendo que no lo debemos volver a hacer.
No hay salida rápida y sin dolor ante el pecado, y no para sufrir sino por lo doloroso que es el enfrentarnos con nuestra verdad, pero aunque puede ser dolorosa, es la salida permanente.
Me imagino que conoce el famoso dicho de «mas vale una vez colorado que cien descolorido», si lo relacionamos con el tema de hoy, mas vale avergonzarnos de nuestro pecado con Dios cara a cara una sola vez que vivir victimas de la culpa toda la vida, ¿no lo cree?.
Creo que es tiempo de que la madeja de su pecado comience a ser desenredada, donde cada pecado en lo particular sea confesado y perdonado para que no pueda regresar.