Anoche recibí el correo de una gran amiga que me preguntaba sobre porque Dios permite las tribulaciones, esto me hizo reflexionar largamente, ya que por un lado cuando no tenemos la adecuada comunicación con el Padre podemos correr el riesgo de no entender el propósito de lo que estamos enfrentando y sentirnos «castigados por Dios», así como mencionaban los amigos de Job al verle en desventura.
En ocasiones solemos usar como consuelo el «pensar» que estamos bajo la voluntad de Dios cuando no sabemos lo que nos pasa, pero pareciera que nos da pereza el ponernos a orar e investigar con Dios de que se trata aquello por lo que estamos pasando.
La cita de hoy trata precisamente de ello, nos invita a tener gozo al estar en constante oración, ya que entre más comunicación tengamos con el Padre, mas conoceremos de su carácter y su voluntad para con nosotros y entenderemos mejor cada cosa por la que pasamos, y no solo eso, sino que aprenderemos que cada una de ellas tiene un propósito no solo en nuestra vida, sino aplicación para servir y bendecir a los demás.