Hace un par de semanas tengo a mi sobrino en casa, ¡que experiencia!, es impresionante aprender o bien recordar la inocencia que se tiene a esa edad, la ilusión con la que se ama, la fragilidad de su cuerpo y a la vez la fortaleza de dar amor que mueve a los pequeños.
Como buen tío consentidor, quisiera hacer al pequeño parte de mi diario vivir y compartirle todo lo que soy y lo que hago, mas me doy cuenta que a su edad son necesarias cosas que son típicas de su edad, tiene que dormir varias veces al día, ya que como su cuerpo a esa edad crece a marchas forzadas, necesita esa energía para seguir creciendo, los alimentos que consume deben de ser puros y de la mejor calidad, ya que de ello depende el funcionamiento de su cuerpo, no solo en el futuro inmediato, sino el resto de sus días, esa edad es clave ya que determina el como crecerá e incluso a que enfermedades estará expuesto y como las asimilara y superara, ¡que asombroso!.
Asimismo somos cuando tomamos la decisión de seguir a Cristo, tenemos que tener el cuidado de alimentarnos de la palabra de Dios, de lo mas refinado que hay, en ese momento, se abre para nosotros un entendimiento nuevo ya que nuestro Espíritu es despertado y somos como bebes espirituales, los cuales dependen del alimento que reciban para poder determinar como caminaran el resto de su vida, es decir, podemos alimentarnos de la palabra de Dios y crecer como sus hijos tomando como ventaja lo que puso en en nosotros o bien podemos crecer alimentándonos de lo que otros opinan, creencias populares, valores inculcados que no tienen un fundamento en la palabra y crecer con anemia espiritual por la falta de nutrientes santos que nos ayuden a contrarrestar las enfermedades creadas por nuestro engañador.
La intención del devocional de esta mañana es el recordarle lo importante que es el que su vida este basada en la palabra de Dios, que no importa cuantas veces vaya a la iglesia, o cuantas obras buenas haga, adicionalmente necesita alimentarse de la palabra, complementarla con oración e intimidad con el Padre para que el Espíritu de Dios transforme ese alimento en revelación que lo haga crecer para determinar un futuro fuerte y firme para su vida.