¿Usted se ha puesto a pensar alguna vez cuanto le ama Dios?, se que en muchas ocasiones ha escuchado la cita de Juan 3:16 que dice «de tal manera amo Dios al mundo…» pero le quiero invitar a que reflexione: ¿cuanto me ama Dios?
Esta madrugada al despertar no pude evitar el hacerme esta pregunta cuando pienso en que a pesar de mi debilidad, a pesar de mi infidelidad y a pesar de mi necedad y que Dios conoce todo eso, aun así hizo valida la sangre de su hijo para que limpiara mi vida, eso me dejo perplejo, a pesar de que pareciera que me esfuerzo en hacer las cosas al revés de cómo el Padre me las pide…
Imagine usted, Dios nos ama tanto que una vez que decidimos tomarle como Padre, el no quita su mano de encima de nosotros que prácticamente nos obliga a cumplir nuestra palabra y nuestra promesa, nos da oportunidad de que «la reguemos» pero su misericordia nos «corretea», es tan fuerte que nos bendice en los momentos mas difíciles, imagine nada mas, ayer recibí el correo de una persona que estaba al borde de la desesperación económica y de ultimo momento Dios le bendice a través de una amiga que le facilita el dinero que necesita, es decir, El siempre esta ahí y solo espera que volquemos nuestro corazón a El, si que lo volquemos, que dejemos a un lado todo las otras cosas que pudiera haber en el y que solo le amemos a El, pero le amemos, no le pidamos, para que? Para que su palabra se pueda hacer verdadera en nuestras vidas, para que podamos juntamente con Cristo sentarnos en los lugares especiales.
Recuerde, Dios no nos hace favores ni estamos sujetos al capricho de El, por el contrario, somos hijos del Rey de Reyes y Señor de Señores, es decir somos príncipes, por misericordia pero príncipes, y debemos comportarnos como tales, debemos actuar de acuerdo a nuestra embestidura para que podamos reclamar las bendiciones que por ello nos corresponden.
Este día empiecelo de una manera distinta, no solo le de gracias a Dios por el nuevo día, dele gracias por la nueva vida que puso en usted y pídale perdón por cada día que no ha vivido como príncipe y por cada día que no ha gozado de la misericordia que le corresponde, y por cada día que no ha sido digno de recibirla.