Hace tiempo estoy en contacto con una persona que vive en Lima Perú y teníamos la intención de conocernos hace tiempo solo que nuestras agendas no empataban y fue sino hasta el día de ayer que tuvimos la oportunidad de conocernos en estados unidos.
Al platicar y conocer un poco del lado personal de ambos ya escasamente, ella me preguntaba que ¿como era que yo estaba seguro de pedirle algo a Dios y saber que me contestaría?, e instintivamente le conteste, no hay por que dudarlo, cuando Dios esta de nuestro lado nada sale mal y El nos guía en la toma de nuestras decisiones para que sean hechas con sabiduría.
Al decirlo tuve que detenerme un momento a reflexionar, ¿como llega una persona a esto? como puede uno confiar plenamente en que Dios nos sacara adelante en cualquier enmienda que emprendamos, asi que lo puse en oración.
Mas temprano esa misma mañana había recibido un correo de alguien que me platicaba que tenia un poco mas de 2 meses de casada y su marido ya no pretendía seguir adelante en la relación, y me pedía mi apoyo en oración, el cual obviamente accedí pero me permití sugerirle, «dale una oportunidad a Dios de meterse contigo, si tu haces las cosas que El te pide, El hará las que tu le pidas desde el fondo de tu corazón«, cuando uní ambas anécdotas encontré la formula secreta:
Lo único que Dios anhela de nosotros es que tengamos una relación directa con El y es imposible tener una relación con alguien a quien no conocemos, y es difícil amar a alguien a quien no obedecemos y es difícil el ser amados por alguien a quien no nos sujetamos, por tanto la cita del día de hoy la escogí por que expresa lo que Dios le prometió y pidió a Josuè, su obediencia incondicional a cambio de la bendición incondicional.
Pregúntese a usted mismo, que tanto Dios le responde (entienda que no es mi afán el juzgar su espiritualidad, solo le animo a hacer el análisis), y que tanto le responde a Dios, si aun después de esto se considera usted una persona bendecida, esta usted en el umbral de lo que Dios puede hacer por usted, atrévase a echarse un clavado en las misericordias de Dios.