El otro día un joven  me preguntaba que ¿que tenia que hacer para ser agradable a Dios?, y antes de poder responderle tuve que ponerme a pesar como se es agradable a Dios y llega uno a saber con certeza si lo fue.
Al pensar en ello tuve que hacer un pequeño ejercicio de pensar en las personas que me son agradables y tuve que suspirar de gusto, fue ahí donde entendí como se es agradable a Dios, al hacerlo suspirar (a Dios) y es ahí cuando la cita del día de hoy obtiene sentido, el que seamos agradables a Dios tiene que ver con la fragancia que desprendemos en nuestra manera de vivir, nuestra fragancia espiritual es en parte nuestra oración, si aprendemos a orar conforme al corazón de Dios, nuestra oración subirá siempre con el y el se agradará; Se que ahora me preguntará que como es una oración conforme al corazón de Dios, y le responderé, es muy fácil, en el momento que deje de orar por usted, y empiece a orar en amor por los que le rodean, ese momento su oración obtendrá una fragancia que sube a la presencia misma de Dios, por ello dice la cita «un sacrificio fragante para Dios» que traducido es, el sacrificio que hace de anteponer las necesidades de sus semejantes a las suyas delante del todo poderoso.
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